Capítulo 6

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La última vez que estuvo en Nueva York canto en el Java Jones y se enfrento con ciertos nefilims con tendencias a cometer idioteces.

Ahora estaba frente al mismo lugar, el local semivacío mostraba al mismo Erick recitando poesía — que seguía siendo horrible — mientras tanto, Nina bebía de su frappe de chocolate. Saboreo el sabor dulce de la crema batida y el sabor semiamargo del chocolate, había probados distintos frappes en su viaje por el mundo, ninguno lograba convencerla como el que servían en Nueva York.

—Hace tiempo que no te veía por aquí. — no evito la sonrisa que se extendió por su rostro. — Estas más rubia.

—Y tú sigues siendo el mismo tonto de siempre. — su amigo Ned, de ahora veinte años ya no era aquel adolescente algo flacucho, cambio como ella misma. — Has cambiado. — admitió a regañadientes cuando paso la vista por los brazos de su… amigo, estaban más musculosos. — Solo un poco.

—Tú también. — se sentó frente ella sin dejar de sonreír.

No replico nada por su nuevo acompañante. El miedo que tuvo alguna vez dejo de existir desde el momento que tomo la decisión de marcharse.

—Te fuiste sin decir nada. — siguió hablando, afirmando obviando un hecho. — Aunque era más que obvio que te irías.

— ¿Cómo lo sabes? — le pregunto interesada.

Realmente nadie sabe las verdaderas razones por las que se fue.

—Porque te conozco más de lo que crees. — Ned tenía esa expresión de “Se algo que tu no”, detesta cuando las demás personas tienen esa expresión, mejor chico detesta no saber lo que ellos saben. — En fin, estoy seguro que tienes un montón de anécdotas que contar.

—Realmente, no. — mintió esbozando una leve sonrisa. — Nada especial.

—Oh, Nina a este nivel debes saber que todo en ti es especial.

Ned le dio un sorbo al frappe de la rubia, esta no replico, solo lo miro y se dio cuenta de que Ned, el mismo chico que la perseguía sin aceptar un no por respuesta, cambio y no solo físicamente.

El ruido de un motor rugía afuera del Instituto de Nueva York. Nina observo la imponente construcción gótica, el Ángel se alzaba en todo su esplendor dándole la bienvenida o sacándola a patadas, le gustaría ver a un ángel haciendo lo último. Sin dejar de sonreír apago la motocicleta y se quito el casco ahuecándolo bajo el brazo. La puerta no se abriría para ella por no ser una hija de Raziel, con esto en mente de dedico a tocar la puerta como una simple mortal.

La mujer castaña abrió al segundo toque. Sus ojos grises abiertos de par en par por la visita sorpresa de la rubia frente a ella.

— ¿No me invitaras a pasar? — pregunto, sonriendo de lado.

—Adelante. — se limito a decir.

El Instituto no había cambiado nada, seguía igual de tétrico, quizás si lo pintaran en tonos beige y mentas…

— ¿A qué viniste? — rodo los ojos por esa pregunta, ¿Por qué todos preguntan lo obvio?

—Tessa ¿has visto…? — la pelirroja se detuvo en medio de la pregunta cuando vio a Nina en la sala del Instituto. — ¿Por qué estás aquí? Dejaste muy claro que no nos ayudarías.

—La verdad es que les dije que tuvieran suerte con ello. — se dejo caer en sofá individual, puso su casco en la mesita del café y subió los pies en esta. — Tuvieron suerte y estoy aquí. — se encogió de hombros restándole importancia. — Aun quiero oír sus suplicas de perdón, aunque supongo que habrá tiempo para eso. — se cruzo de brazos. — Aquí hay algo más importante que discutir.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora