Capítulo 10

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El Central Park siempre le trae recuerdos, no siempre los mejores pero recuerdos al fin y al cabo. Su hermano Ian estaba a su lado contándole con lujo de detalles como gano la feria de ciencias de su escuela gracias a su proyecto.

—A todos les gusto mi proyecto. — siguió Ian emocionado con su relato. — Por eso gane el primer lugar.

—Eso es genial Ian. — sonrió Nina. — Siempre haz lo que te gusta.

—Mama también me dice eso.

—Entonces hazle caso. — asintió Nina.

— ¿Qué has hecho tú? — pregunto su hermano con curiosidad, había muchas cosas que contar.

—Viaje unos meses por algunos lugares. — le contó Nina cruzando las piernas en posición de loto. — Visite los coliseos de Roma y el Canal de Venecia. También me subí al Big Ben y explore las pirámides en México.

— ¡Genial! — exclamó su hermano con los ojos muy abiertos. — Yo también me quiero subir al Big Ben.

—Te prometo que iremos. — le dijo al ver la emoción de su hermano. — Ahora, vamos a tomar un café.

—No me gusta el café. — arrugo la nariz con reticencia.

—Este te va a gustar. — le aseguro su hermana mientras se ponía de pie. — También venden unos muffins deliciosos.

Con la mención de los muffins supo que su hermano no podría resistencia alguna. El Java Jones estaba anormalmente vacio, algo extraño ya que siempre está a reventar.

—Nunca había venido aquí. — comento Ian dándole un mordisco a su muffin de arándanos. — Papá me puso un guardaespaldas desde... bueno, ya sabes. — se quedó callado hasta que su voz fue un susurro inexistente, tampoco le gusta recordar.

—Ya pasó, Ian. — le consoló su hermana, a pesar de las dudas que tenía sobre la certeza de su afirmación. — Siempre que necesites algo llámame, tienes mi número. Jamás te dejare solo, Ian. Es una promesa.

El pequeño rubio asintió de acuerdo. Sin saber que más pronto de lo que pensaba haría esa llamada.


—Estos sillones son geniales, vi unos iguales en la India. — hasta ahora ese es el comentario más normal que Valerie ha dicho. — Estuve así de ser vendida a un Jeque, pero escape. — relato asintiendo para así, recordando. — Fue suerte.

—Sí, suerte. — respondió Magnus rodando los ojos. Ojalá se hubiera quedado en la India. — ¿Cuándo se supone que llegara tu amiga?

—En teoría ya debería estar aquí.

—Tengo la costumbre de llegar elegantemente tarde. — todos voltearon la diván donde la aparentemente joven bruja estaba sentada, con las piernas cruzadas y mirando sus uñas pintadas de negro, como si fueran lo más interesante del mundo. Levanto su cabeza para mirarlos. — ¿Qué? ¿Soy tan bella que se quedaron sin palabras? — la burla destilaba su voz.

No vestía especialmente extravagante. Tal vez abusaba del color negro. Sus ojos delineados perfectamente de negro, sus uñas pintadas con diseños tribales, sus labios torcidos en una sonrisa, que no predecía nada bueno relucían de negro. Los pantalones sueltos y la blusa holgada hacían que su figura luciera distorsionada, las botas militares no se quedaban atrás. A simple vista dirían que no era bonita o quizás sí.

Y sus ojos, vaya que era imposible no verlos. Si los ojos de Magnus son felinos, los de esta ¿chica? son más llamativos incluso. Pequeñas figuras de estrellas se iluminaban tenuemente entre cada parpadeo.

— ¿Algo de lo que quieran conversar? — pregunto sin bajar del diván, mirándoles directamente. — No soy nada barata. Eso se los puedo asegurar.

—Dijiste que no cobrarías nada. — repuso Valerie mientras la abraza fuertemente. Nadie más se atrevió a acercarse. — Hace mucho que no nos veíamos.

—Hace seis años para ser exactos. — se bajó del diván de un salto, sus movimientos fluidos como si ni siquiera los pensara antes de ejecutarlos. Era alta, pero no tanto como Lilly. — En fin, ya que me buscaron probablemente esto sea de vida o muerte.

— ¿Quién eres tú? — esta vez Vanessa fue la primera en preguntar.

—Que buena e interesante pregunta. — torció el gesto con evidente sarcasmo. — Vaya, Magnus Bane. Nunca hemos tenido el placer de conocernos. — ignoro por completo a la inglesa y se volvió hacia el brujo con su peculiar sonrisa. — Y déjame decirte que he oído muchas cosas de ti.

—Nada bueno, querida. — le respondió Magnus a la defensiva.

—Acertaste. — sonrió aún más. — Mira que tenemos aquí. — miró a Clary quien se removió incomoda ante su mirada. — La Hija de Valentine, sinceramente espero que tú hermano arda en el infierno, ya ha causado bastantes destrozos.

—Todos esperamos eso. — murmuro Isabelle, eso es más que evidente.

—No todos. — replico al comentario de la pelinegra. — En fin, espero que logremos ser grandes amigos, si es que alguno logra sobrevivir a la masacre que se avecina.


Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora