Capítulo 3

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Su amiga, Lilly, llevaba dos cervezas mientras que Nina no podía terminar con la primera. Estaba a punto de subir al escenario, no se daría el lujo de perderse en el alcohol, tampoco es que lo haya hecho en algún momento.

— ¿Qué te sucede? — la pregunta de la falsa pelirroja la saco de su ensueño. — Ya sé que la cerveza es súper interesante, pero no tanto como aquel chico que lleva rato mirándote.

— ¿Cuál chico? — se tenso de repente. Tal vez fueran paranoias suyas o algo así, sin embargo, no lograba sacarse la sensación apabullante de alguien o algo la estuviese vigilando.  

—A tu izquierda. — le dio otro sorbo a la botella verde, un poco de valor no le vendría mal.

El chico castaño sonrió cuando la rubia giro para verlo. Se encontró con unos ojos verdes que brillaban traviesos. El atractivo rubio le sonrió, le devolvió la sonrisa. Quizás después podría salir con él, aunque sus gustos estaban muy lejos de la imagen del ricitos de oro que levanto su cerveza en reconocimiento. ¿Quién hace eso? Acaba de perder valiosos puntos.

—Nina, ya casi es hora. — Brad, el baterista, le aviso tocando su hombro.

—Claro. — se levanto de su lugar sin terminar la cerveza que Lilly pidió por ella. — Nos vemos en un rato.

—Canta como nunca. — Lilly siempre le dice eso, es como el rompete una pierna del teatro.

—Eso planeo.

Se dirigieron al lugar donde los otros chicos ya afinaban sus instrumentos y acordaban las notas finales. Kevin le tendio una caja.

—Gracias. — la tomo y saco su contenido.

La peluca negra la usa siempre que hay presentación. Prefiere el anonimato como Hanna Montana.

—Ahora vuelvo.

En el baño se cambio de ropa y acomodo su cabello rubio para que no se saliera de su lugar durante la presentación. Pinto sus labios rojos y estaba oficialmente lista.

—Siempre que sales del baño para las presentaciones, nunca te reconozco. — admiro Brad.

—Es un talento natural. — se dio una vuelta. Los pantalones se ajustaban bien a sus piernas y la blusa beige de tirantes dejaba sus hombros desnudos. — ¿Todd estará en el violín esta noche? — pregunto Nina para cerciorarse.

—Si, como ensayamos anoche. — me confirmo Brad. — Ya es hora chicos.

El lugar estaba más o menos abarrotado, las multitudes nunca han asustado a Nina, así que eso le daba igual. Aplaudieron cuando la rubia con peluca salió a escena. Es diferente recibir atención por admiración y no de burlas.

—Buenas noches. — saludo como siempre. — Esta es una nueva canción, disfrútenla.

Brad golpeo sus baquetas tres veces, la señal de aviso para comenzar. Los hábiles dedos de Todd sobre el violín no se hicieron esperar. La canción escrita junto con Kevin logro cautivar al público. Lilly gritaba con ganas entre todo el bullicio de voces y levantaba la pancarta con la leyenda: “Esta banda es mejor que tu banda”, a Nina le parecía divertido, le gustó desde la primera vez que vio la pancarta.

Al término de la canción los aplausos resonaron en todo el lugar. Pedían más y esta vez no se negaron. Nina no comprendía cómo fue que se privo durante tanto tiempo de cantar, la sensación era genial.

—Esta ronda va por la casa. — anuncio el bartender. Los chicos de la banda sonrieron, esto es vida.

— ¿No quieres una Nina? — pregunto Brad destapando la suya.

—Tengo que cambiarme, quizás después. — declino.

—Lo que te pierdes. — se burlo Todd.

Soltó unas risitas y regreso a la parte de atrás del escenario. Cambio de ropa rápidamente para regresar con Lilly, alcohol y su mejor amiga no son la mejor combinación.

— ¿Qué estas tomando? — le pregunto cuando volvió a sentarse en su lugar.

—Agua. — agito su vaso con cubitos de hielo flotando en el liquido transparente.

—Que bien.

—Voy a tratar de cumplir lo que prometo. — se encogió de hombros su amiga. — no mucho alcohol.

—Eso es genial, Lilly. — le sonrió su amiga.

—Ahora… ve a bailar con el bombón de hace rato. — le rodo los ojos. Lilly Bross es una chica genial, lo sería más si no quisiera ser Cupido todo el tiempo. — Huy, viene hacia acá. — advirtió su amiga con una sonrisa.

—Hola. — la voz de Chico misterioso era baja y ronca. — ¿Bailamos?

—Seguro. — enarco una ceja hacia su amiga y está casi se pone a brincar.  — Vamos.

La música llenaba el ambiente en el antro, bailar con un chico sexy es como el bonus extra de la noche.

— ¿Cómo te llamas? — le pregunto al oído, la hizo estremecerse.

—Nina. — le respondió sin dejar de moverse. — ¿Y tú?

—Scott. — acomodo sus manos en las caderas para pegarse más. — Vamos afuera.

Nina no se resistió cuando tomo su mano para guiarla entre la multitud hacia la salida, su amiga enarco ambas cejas cuando la vio, se encogió de hombros dándole a entender que no se preocupara. Lo tendría controlado. Al menos eso esperaba.

— ¿Y bien…? — Nina no pudo formular su pregunta pues el tal Scott la acorralo contra el muro del edificio. — Vaya, chico rudo, ya veo. — sonrió la rubia haciéndose la tonta. – Así me gusta, directos…

—Cierra la boca. — la callo a mitad de la oración.

— ¿Qu-que quieres? — fingió el tartamudeo para sonar convincentemente nerviosa.

—Vaya que también eres tonta. — sonrió con suficiencia. — Esto va a ser más fácil de lo que creí.

— ¿Por qué me buscas a mi? — le tembló falsamente la voz. — Solo bailamos no…

—Yo no, solo me enviaron a hacer el trabajo sucio. — acomodo uno de sus mechones rebeldes detrás de su oreja. El escalofrío esta vez sí fue real. — Claro, eso no impide que me divierta un poco.

— ¿Para qué… que me quiere? — vacilo lo justo para parecer asustada.

—No te importa. — volvió a sonreírle. — Ya lo descubrirás.

Nina ya había oído lo suficiente. Así que no se molesto en ocultar su sonrisa por más tiempo. Con un Scott levemente desconcertado no tuvo ni un atisbo de duda cuando retorció su muñeca para liberarse, oyó el chasquido del hueso cuando este se rompió y el chillido de dolor de su casi captor cuando este cayó al suelo sosteniendo su muñeca contra su pecho.

— ¡Zorra! — le grito.

Si algo detesta Nina Sawyer es que insulten a su persona nombrando a los animales para usos despectivos.

—Dile a tu jefe que si quiere a mi maravillosa persona tendrá que venir personalmente, preferentemente los miércoles, son mis días libres.

Cuando termino de decir eso le dio una patada en la cabeza que lo haría ver constelaciones.

—Que buena actuación. — a pesar del aplauso que oyó a unos metros de donde estaba no se giro para ver al espectador, no era necesario. Ya sabía de quien se trataba. — Podrías convertirte en actriz de Broadway.

No dijo respondió al comentario sarcástico. Llevo su mano a la cadena que sostenía al anillo Morgenstern y lo giro con un movimiento entre sus dedos índice y pulgar. La sensación del inusual transporte fue instantánea que apenas tuvo tiempo de parpadear.  

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora