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Hola a todos nuevamente, ya sé que llevo mucho tiempo sin actualizar tanto en Potterfics como en Wattpad, hace poco les deje un pequeño adelanto en mi cuenta de Instagram, más tarde esta noche les dejare otro adelanto del siguiente capítulo.

Muchas gracias a esos nuevos seguidores que le dan una oportunidad a lo que escribo, ojala les guste y lo disfruten, además si lo comparten me harían muy feliz. Gracias a los lectores que comentan y votan, y también a los lectores silenciosos que siguen de cerca este fic.

Ojala comenten y voten este capítulo. Ya es de los últimos, un par más y el fic llegara a su fin.

En fin, espero que les guste :) 


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Todo parecía un borrón a su alrededor, los demonios se movían como manchas en el aire, y los nefilim no se quedaron atrás, al fin y al cabo acabar con las bestias es para lo que son entrenados desde pequeños.

En ese momento agradeció haber dejado la gimnasia para dedicarse a otras actividades de defensa; su cuerpo estaba fuerte y torneado, sus reflejos mejoraron, no se puede decir lo mismo de su puntería. Aun así, nunca se sentiría lista para una batalla, no está en su naturaleza ser una guerrera, aunque muchos pensaran lo contrario.

Se tiró al piso y rodo para esquivar el ataque de un oscuro, eso fue extraño. La copa que Sebastian creó fue destruida... o eso les hicieron creer. Luego descubriría la verdad, ahora su concentración estaba en otra cosa al ser la única capaz de destruir a las sombras; era inmune a las quemaduras que estas causaban. Odiaba admitir que Strauss tenía razón en una cosa: sus genes son más especiales de lo que está dispuesta a admitir.

Y la respuesta llego antes de formular la pregunta. Estiro su brazo para tomar la daga, que algún otro menos afortunado soltó, se realizó un corte en la palma de su mano y dejo que la sangre corriera por la hoja de la daga. Ojala funcionara, no quisiera pensar en las consecuencias de que su improvisado plan no funcionara.

— ¡Jace! — el grito de Nina resonó en el recinto. — ¡Piensa rápido!

El rubio se dio la vuelta justo cuando Nina lanzo la daga, la atrapo en un rápido movimiento y casi por inercia la atravesó a través del cuerpo borroso que la sombra.

Nina mostró una ligera sonrisa, había funcionado y al parecer, su puntería mejoro.


Clary estaba preocupada por el asustadizo niño que caminaba justo a su lado, detrás de Sebastian. Su vida nunca volvería a ser la misma, lamentablemente ha visto demasiado en su corta existencia.

Su hermano, por extraño que pareciera por primera vez si podía verlo como su familia, confiaba en él... hasta que vio como presionaba un ladrillo de aquella pared. Un pasadizo se abrió, dentro estaba aún más oscuro, Clary sacó su piedra de luz, todavía conservaba la que Jace le regalo hace años.

Un escalofrío la recorrió por completo cuando vio con sus propios ojos el portal oscuro frente a ella; no había luz ni calor, colores o una imagen fija, y eso fue precisamente lo que más le asusto, si lo cruzaban caerían en un vacío sin fin...

—Buen viaje. — dijo Sebastian antes de empujar a su hermana y al asustado niño a través de la oscuridad.


Las sombras desaparecían una a una, Nina tuvo un mal presentimiento, cuando todas las criaturas que los atacaron retrocedían ante algo invisible. Su mirada se dirigió hacia el lugar donde las criaturas se inclinaban en forma de reverencia, y la figura de Strauss fue lo primero que vio, apretó los dientes tanto que sintió que en cualquier momento se los rompería.

No fue un sueño, estaba aquí, mostrando su blanca sonrisa de superioridad. Y eso no fue lo peor, lo peor fue ver que Ned estaba justo detrás de él, con una mirada de disculpa en sus bonitos ojos. Bufo internamente, si antes de saber que no formaba parte de todo el show de los últimos días a penas y le agradaba, esto mato todas sus oportunidades de una futura relación. Todo este tiempo Ned no hizo más que fingir, todos lo hicieron: sus padres, sus "amigos", los nefilim... al parecer la única persona que no fingió fue Sebastian, y la verdad es que eso no la reconfortaba para nada.

Consideraría buscar un verdadero psiquiatra después de esto, si es que sale viva antes, claro está.

—Buen día a todos ustedes. — Strauss ni siquiera tuvo la necesidad de gritar, solo le basto hablar con su estridente voz para que todos voltearan a verlo. — Me alegro de tener su atención, creí que a los animales se les tenía que gritar.

Nina se esperaba ese estúpido comentario de su parte, pero los nefilims no, así que su reacción tampoco les sorprendió. Que los llamaran animales les ofendía enormemente, y viniendo de alguien externo era aún peor. Sin embargo, ninguno dijo nada, ni siquiera Jace mencionó nada.

—Ustedes son tan fáciles de engañar, lo único que necesitan es una buena excusa para luchar. — siguió hablando con desdén. — al fin y al cabo, para eso creen que existen.

— ¿Quién te crees que eres? — Nina resoplo, el idiota de Edward tenía que abrir la boca.

—La estupidez humana no conoce límites. — fingio lamentarse aquel extraño para muchos.

—Concuerdo contigo esta vez, anciano. — la voz de Poena resonó en el recinto, estaba prácticamente a un lado de Strauss. — Solemos tener opiniones diferentes, pero solo esta vez tienes razón.

—Ha pasado un largo tiempo...

—Ahórrate el discurso aburrido que darás, solo diles que quieres.

A Nina nunca le agrado la bruja, ni lo que decía — que no era más que pura verdad — ni sus comentarios sarcásticos para evadir la gravedad de la situación, sobre todo porque ella parecía conocerla mejor que sí misma.

—Supongo que a estas alturas todos sabemos lo que quiere. — comento la bruja mirando disimuladamente hacia la rubia.

—No 'que' sino a quien. — dijo Strauss ante el silencio que se produjo. Cuando volteo a su derecha Poena había desaparecido. — Odio a los brujos.

—Ya somos dos.

Nina se dio la vuelta cuando oyó la voz de Sebastian. Los nefilim le apuntaban con sus armas pero él ni se inmuto, camino entre ellos como si fuera el rey del mundo. Ciertamente, su rostro no reflejaba absolutamente nada, quizá una absoluta molestia por la situación en la que se vio envuelto. Aun le daba escalofríos, sobre todo cuando recordó lo que ocurrió hace unas horas atrás.

Strauss hizo el amago de dar un paso atrás, había que admitir que la sola presencia del rubio impresionaba, ni Strauss era inmune a eso.

Una daga salió volando en dirección a Strauss y se clavó justo a su lado. Nina busco la dirección de la daga, y para su sorpresa fue Vanessa quien la lanzo, cada vez le agradaba más esa chica.

—Que bueno que estamos todos reunidos en esta magnífica... residencia. — comenzó a decir Sebastian, giro sobre sus talones para ver de frente a todos y darle la espalda a Strauss. — He llegado a conocer este lugar bastante bien, ha sido como mi segunda o tercera casa por un largo tiempo. Si se preguntaban donde estuve todo este tiempo ya tienen la respuesta a esa interrogante.

Nadie se molestó en ocultar su sorpresa, ni siquiera Nina, esta solo apretó sus puños con fuerza; al parecer alguien sabia más de lo que admitía. Sumado a eso, también era buen orador.

—Aprendí algunas cosas durante mi estadía en este lugar. — siguió sin quitar la vista de su audiencia. — Pero la más importante fue: Nunca confíes en nadie. — su mirada se dirigió a Lilly y esta tembló. — O podría irte mal... — suspiro teatralmente. — En fin, lo que nuestro anfitrión quiere es más obvio que hasta su mente inferior puede comprenderlo. — hubo protestas, que no le importaron en absoluto. — La rubia es más importante que todos ustedes juntos.

Todos fijaron su atención en Nina; esta no se movió, solo pensaba.

—Veo que a algunas personas les remuerde la conciencia. — comento Sebastian a nadie en especial. — Tengo suerte de no tener una.

Y con esa frase lanzó una daga hacia Strauss, pero las cosas no resultaron lo que espero.      

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora