Capítulo 28

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Hola, bueno aquí les dejo el siguiente capítulo, ojala les guste :)

Muchas gracias por los votos al primer fic y a este, a los seguidores que se dan el tiempo de leer las ocurrencias de mi mente y también a los lectores silenciosos. En fin, espero y les guste.

Hasta luego. 

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Cuando Nina abrió los ojos finalmente la luz blanca propia de los hospitales la cegó. Gimió audiblemente, aun le dolía todo. El olor a desinfectante casi le hace vomitar, puede que estuviera acostumbrada a este, pero ser lo primer en oler cuando despiertas de la inconsciencia no es lo más agradable.

— ¡Nina! — esta vez sí reconoció la voz de su madre, se escuchaba ronca, como si llevara mucho tiempo llorando. — ¡Al fin despertaste! — unas lágrimas descendieron por las pálidas mejillas de su madre.

— ¿Cuánto tiempo llevo dormida? — ¿esa era su voz? Estaba ronca y parecía de monstruo. Se aclaro la garganta un par de veces. — Necesito agua.

—Ire por el doctor, ahora vuelvo. — le dio un beso en su frente y salió disparada por la puerta.

Con todas las fuerzas que fue capaz de reunir se sentó la horrible cama de hospital. Bien, lo logro, era el momento de hacer el recuento de daños. Le dolía todo el cuerpo hasta el cabello, sin embargo, eso no era nuevo, ya estaba adolorida desde antes de despertar. Sus manos tenían algunos cortes y en la derecha una intravenosa, se estremeció ligeramente, una cosa es insertar agujas otra recibirlas. Vestía la típica bata clara que les dan a todos los pacientes en los hospitales, en conclusión: se sentía como la mierda.

—Veo que ya esta despierta srita. Sawyer. — un hombre con bata blanca y cabello negro se acerco a donde estaba ella. Obviamente, es el doctor. — ¿Qué tanto recuerdas de lo que paso? — le pregunto después de una rápida revisión.

—Recuerdo que íbamos en el auto y estrellarnos contra un poste, Lilly atravesó el cristal delantero y mi hermano... ¿Dónde está mi hermano? — pregunto, ahora que pensaba en todo eso se dio cuenta que no había visto a ninguno desde la persecución.

—Tranquila, cielo. — su madre se sentó a su lado y le acaricio el cabello. — Ian está bien, logro salir de la camioneta antes de que se estrellase. — asintió más tranquila eso era bueno. — La peor parte te la llevaste tú, tu amiga cayó encima de ti, ambas resultaron heridas... — los ojos de su madre volvieron a llenarse de lagrimas.

—Un vidrio se encajo en su costado derecho. — explico el doctor, hasta ahora sintió la punzada en ese lugar. — Su hermano la vio y presiono la herida, la salvo de morir desangrada. Su amiga solo necesito unos cuantos puntos en la frente.

— ¿Ya me puedo ir a casa? — pregunto sabiendo la respuesta.

—Un par de días más en observación y firmare el alta. — Nina refunfuño, genial.



—No es tan malo. — le dijo Lilly desde el sofá blanco donde estaba sentada viendo la televisión. — Tu padre pago una considerable suma de dinero para que estés en una habitación privada con televisión por cable, es como un hotel.

—Lo dices porque no eres tu quien está en esta cama. — resoplo. — Ya estoy mejor, ¿Por qué no pueden entenderlo? — pregunto con exasperación. — No tengo nada roto, la herida esta sanando perfectamente... incluso a ti te dieron el alta antes, ¡Y atravesaste una ventana! — exclamó, como si eso lo fuera a arreglar todo.

Lilly solo tenía el brazo en un cabestrillo y unos cuantos rasguños, nada que en un par de semanas no fuera a sanar.

—Cálmate, mejor iré a traerte unos tacos y algo chocolate, eres horrible cuando tienes hambre. — y salió de la habitación. Volvió a refunfuñar, ojala recordara que le gustan los tacos de carne asada.

La puerta volvió a abrirse después de unos minutos. De seguro a Lilly se le olvido algo.

—Me gustan los tacos de carne asada, con salsa verd...

—Tus gustos culinarios son lo que menos me interesan. — miro a Sebastian entrar tranquilamente a la habitación, rodo los ojos, probablemente alguna de las enfermeras le dio algo para que se durmiera, lo más seguro es que Lilly ni siquiera le fuera a traer sus tacos. Se sentó en el mismo sillón, donde minutos antes su amiga estaba o tal vez no estaba sentada, con toda tranquilidad.

—Debo estar drogada. — dijo antes de cerrar los ojos. — O quizás este soñando.

—Ninguna de las dos. — le respondió la alucinación. — Tenia que comprobar por mis propios ojos que estuvieras viva.

— ¿No puedes vivir sin mi? — volvió a abrir los ojos al mismo tiempo que la pregunta salía de sus labios.

Encontrarse con esos oscuros ojos tan cerca causaba grandes estragos en ella, mas de los que quisiera admitir.

—De haber muerto en ese accidente serías una preocupación menos. — sus palabras fueron frías, todo en él lo era.

— ¿Cómo fue que escapaste? — le pregunto concienzudamente, aún estaba sensible por el tema anterior.

—Eso no te importa. — mas evasivas. — En fin, solo deseaba saber si seguías viva y cuanto tiempo más esa situación seguirá igual. — se levanto con gracilidad del sofá blanco y se acerco a Nina, tanto que sus rostros quedaban a centímetros de distancia.

—Estas invadiendo mi espacio personal. — le avisó sin moverse, aunque su corazón latiera despavorido en su pecho. El monitor al que estaba conectada comenzó a alterarse, obviamente su corazón no podía encontrar mejor lugar para hacerse notar.

—Que interesante. — Sebastian observo con una sonrisa de suficiencia el aparato que marca los latidos del corazón. — Entonces, si te pongo nerviosa. — asintió para sí.

—Te lo repito: no es por las razones que crees. — aún recordaba cuando le dijo esas mismas palabras hace un par de años. — Ahora vete, estoy convaleciente.

— ¿Y si me quiero quedar? — dijo muy seguro de sí mismo.

—Yo... — justo cuando iba a darle su inteligente respuesta su hermano entro como un bólido a la habitación y pateo a Sebastian en la espinilla con toda la fuerza de la que fue capaz. — ¡Ian! — exclamo Nina conteniendo una sonrisa por la mueca que reprimió el nefilim.

—Tú eres un niño del...

—Ven acá. — le pidió a su hermano palmeando un lugar en la cama.

Su hermano no lo dudo. Subió a la incómoda cama donde yacía su hermana y se acurruco a su costado.

—Eres el mejor hermano del mundo, enano. — le acaricio su cabello sin dejar de ver a Sebastian, uno muy enojado por cierto. — te mereces ser el presidente de los Estados Unidos.

— ¿En serio? — pregunto el niño emocionado.

—No. — respondió Sebastian por Nina. — Lo dice porque no quiere romper tus ilusiones.

—Yo no quiero volarte los sesos pero lo hare de ser necesario. — no oyó entrar a Lilly, en una mano traía la comida que fue a comprar y en la otra sostenía un arma que apuntaba a Sebastian, justo en la cabeza.

—Lilly...

—No te preocupes, Nina. Creo que alguien ya se decidió. ¿No es así? — había mucho más significado en ese comentario de lo que Nina logró captar.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora