Capítulo 13

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Las sombras son sombras.

Que palabras tan ciertas, pensó Nina no sin sarcasmo. Erick seguía con su horrible poesía, en estos años no ha cambiado nada.

— ¿Interrumpo algo?

Siempre le había parecido que el más tímido del grupo de los nefilims, era precisamente él, Alec. Alec, algo así como la voz de la razón, el que intenta pasar desapercibido, sin contar que es un Cazador de Sombras gay. En fin, ha sido testigo de cosas más extrañas.

—No realmente. — admitió Nina y le dio un sorbo a su frapuccino. Delicioso.

—La Clave ya sabe que estas de vuelta. — claro y directo. Eso es bueno.

—Supongo que quieren interrogarme por todo lo que está pasando.

—Esta vez no les importará si estas o no de acuerdo. — los ojos claro de Alec lucían preocupados, su respuesta fue confirmación suficiente.

—Saben que no les debo nada. — respondió cortante la rubia.

—Lo sabemos. No levante la mano esa vez, pero hubo otros que sí. — Jace, tu parabatai, quiso decir Nina pero se mordió la lengua para no decir su comentario mordaz. — El problema, es que ahora que sabemos que Sebastian no está detrás de esto y sabemos que alguien te sigue...

—Jace. — rodo los ojos, eso explica porque aún no mencionaba nada, lo guardaba para otra situación.

—Sí, Jace. — suspiro su parabatai. — El también lamenta haber levantado la mano.

— ¿Él te lo ha dicho?

—No realmente. — admitió Alec. — pero lo siente, solo que no lo dice en voz alta.

—Orgullo masculino. — resopló la rubia.

—No sabe cómo hacerlo.

Eso no se lo esperaba, tal vez un poco, aun así le sorprendió oír que Alec dijera esa, casi un secreto.

—Todos lo sentimos, pero ahora no solo somos nosotros los que están en peligro. Tu familia también lo está, tu amiga Lilly... ven al Instituto mañana antes de que la Clave vaya por ti.

Odiaba admitir que tenía razón.

— ¿A qué hora tengo que estar allí?


— ¿Segura que no es una especie de Santa Inquisición? — le preguntó su amiga Lilly por enésima vez.

—No estoy segura. — respondió Nina calzándose su vans. — La idea de ir me desagrada, pero Alec tiene razón: ellos vendrán, es lo último que quiero.

—Si tienes problemas llámame. — suspiro Lilly resignada.

—Espero no tenerlos.

Una completa mentira. Está totalmente consciente de que los problemas la persiguen por más que trate de rehuirles.

El recorrido se le hizo más rápido que de costumbre. El Instituto de Nueva York se alzaba en todo se esplendor, quizá un poco más de iluminación no le vendría mal, pensó distraídamente mientras subía por los escalones de la entrada principal. Justo cuando iba a tocar la puerta con los nudillos, se abrió. Entro esperando que alguien la recibiera, sin embargo, detrás de la puerta solo había nadie. Un escalofrió le recorrió la espalda, eso fue raro.

Todavía recordaba donde quedaba la biblioteca, que era el lugar donde seguramente estarían, así que no perdió su tiempo y siguió adelante.

—Debimos enviarla lejos cuando tuvimos la oportunidad. — Nina rodó los ojos por el comentario de Edward, a veces tener buena memoria trae sus desventajas.

—Eso es innecesario. — la voz segura de Jace la defendió, eso es nuevo. Y la sorprendió.

—Estoy de acuerdo con Jace. — esta vez fue Clary quien tomó la palabra. — Nos advirtió que esto pasaría y preferimos no escucharla.

—Dicen que Sebastian no está detrás de esto, ¿entonces, quien? — Reconoció la voz de Jia, la Cónsul esta vez.

Sintió un delicado tirón de su chaqueta de piel negra. Miro hacia abajo y se llevo la sorpresa de su vida. Un pequeño idéntico a cierto rubio la miraba con el entrecejo fruncido y tallándose los ojos de sueño.

— ¿Quién edes? — aún tenía problemas con su pronunciación de las "R". No tendría más de dos años, lo normal.

—Vengo a ver a tus padres. — era imposible confundir a este pequeño siendo la copia exacta de su padre. — Se un niño bueno y regresa a dormir.

—No. — sí, igual de irritante.

Clary abrió la puerta por el ajetreo que se oía afuera. Se llevó una sorpresa al ver a la rubia observando a su pequeño hijo.

— ¡Mami! — exclamo en pequeño y salto a los brazos de su madre.

— ¿Qué haces despierto, Will? — le pregunto Clary acariciando los dorados cabellos del niño.

—Quedia id conti...go. — Will ahogo un bostezo contra el cuello de su madre.

—Pasa Nina, ya te estábamos esperando.

Asintió. Tomo una gran bocanada de aire y entro a la biblioteca. Todo seguía exactamente igual.

—Hace falta redecorar. — fue lo primero que dijo cuando entro.

—Yo dije lo mismo. — también la extraña y lúgubre bruja estaba presente.

—Sigues igual de irritante. — Nina sonrió, Edward aun creía que podría ganarle en un duelo de palabras.

—Usted igual de calvo y no lo ando diciendo a los cuatro vientos. — contraataco la rubia. Jace contuvo la risa por las ocurrencias de la rubia. Edward estuvo a punto de replicar pero Nina no le dio tiempo. — Vine porque no me quedaba de otra, esta no es precisamente una visita de cortesía.

—Esto va para largo. — pronuncio Maryse y nadie la contradijo.

—Siempre son tan predecibles. — comento Poena a nadie en especial.

— ¿Por qué dices eso? — Edward demostró que su nivel de entendimiento es igual al de un ornitorrinco, por lo menos no solo es mordaz con Nina.

—Cuando tienes mi edad te das cuenta de que la estupidez humana no conoce límites. — explico aburrida mirando sus uñas, esta vez pintadas de azul oscuro y verde. — Cuando se destruyan entre ustedes, comprenderán.

—Eso no sucederá. — aseguro Edward.

—Ya sucedió una vez, puede pasar de nuevo. — Jace habló esta vez. Su tono sin dejar a dudas lo pasado años atrás.

—Al fin un gramo de razón.

—Tengo un desfile al cual ir y una comida pendiente. — anunció Nina recargándose en el escritorio, ese escritorio que le daba escalofríos. — Si empezáramos de una buena vez, me ahorrarían un montón de tiempo. 

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora