Hola a todas las personas que se dan el tiempo de pasarse por este humilde fic, espero que les este gustando y lo recomienden y voten. Hoy les vengo a dejar tres capítulos por que estaré ocupada el resto de la semana con un montón de tareas, probablemente no sabrán nada de mi empezando mayo, así que una semana antes de empezar con el siguiente mes voy a publicar cuatro o cinco capítulos, depende de como vea las lecturas del fic y los comentarios.
Mil gracias a las personas que han votado por mis dos fics, se los agradezco un montón, a las personas que comentan mas y si no lo han hecho, anímense, no me enojo y me gusta saber que es lo piensan.
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Todos miraban expectantes a la rubia, excepto Poena ella parecía aburrida por la situación.
No se iba a dejar intimidar; hace dos años les advirtió que esto podría pasar y prefirieron darla por loca.
— ¿Por qué estas en Nueva York? — pregunto Edward. Rodo los ojos, que pregunta más tonta.
—Bueno, me fueron a visitar a mi casa para que les ayudara. — respondió encogiéndose de hombros. — Solo era cuestión de tiempo, supongo.
—Así que no viniste por voluntad propia. — suspiro audiblemente y se dejo caer en la silla, esto iría para largo.
—Si esa fue su genial conclusión no me puedo imaginar cómo llego a su puesto.
—Eres una maleducada. — Edward comenzó a acercarse. — Si tu familia te oyera...
—Si mi hermano lo oyera probablemente le daría una patada en la espinilla. — interrumpió Nina soltando una risas. — Déjese de juegos y vaya al grano, no tengo su tiempo.
—Lo único que quiere saber es si estas confabulando un malévolo plan para conquistar el mundo. — aclaro la bruja desde su lugar sin dejar de mirar sus uñas.
—No tengo nada que ver. — respondió segura.
— ¿Qué me dices del chico que intento secuestrarte? — pregunto Jace esta vez.
—Bonita hora de sacar el tema. — murmuro para sí. — Lo tenía perfectamente controlado cómo pudiste darte cuenta. — relato.
—No es la primera vez que te pasa.
—No. — respondió escuetamente. — Desde hace tiempo que me siento vigilada, en un principio creí que serian ustedes. Me di cuenta que no era así. Nunca se acercaban, pero ya me tenían harta y decidí enfrentarlos.
— ¿Qué sucedió después? — pregunto Maryse interesada.
—Le rompí la muñeca y lo mande a ver estrellas. — sonrío, orgullosa de si misma.
— ¿Por qué precisamente tu? — pregunto Jace.
—No tengo la menor idea. — respondió con sinceridad. Miró el techo un segundo y volvió su vista a ellos. — Si creen que anduve tan campante por el mundo, lamento decepcionarlos. He dejado de hacer bastantes cosas por otras, lo que paso esa vez en Idris me preocupa tanto como a ustedes.
—Eso lo podemos arreglar. — la Cónsul. A Nina le parece una mujer calmada y comprensiva, con un gran peso sobre los hombros. — Los Hermanos Silenciosos...
—De ninguna manera. — interrumpió Nina. — Están locos si creen que voy a dejar a esas cosas acercarse.
—Entonces...
—Entonces podemos proceder. — siguió Edward. Sonrió, no le gusto nada su sonrisa.
— ¿Con que? — preguntó la rubia cruzándose de brazos. — Si hablamos de leyes, mi papa es abogado...
—No estás cooperando niña. — hablo Edward.
—Tengo veinte años, hace tiempo deje de ser una niña. — lo contradijo con mordacidad.
—Por lo mismo comprenderás que no podemos dejarte ir. — suspiro, otra vez con ese mismo cuento.
—Hay muchas cosas que dudo y esta es un de esas veces. — se levanto de donde estaba sentada y camino tranquilamente hasta la puerta. — Me importa muy poco lo que pase con ustedes, me hicieron perder dos años de estar con mi familia, dejaron que un niño de siete años se las apañara solo en un mundo del que no conocía absolutamente nada... Así que si están esperando que les haga caso, háganlo sentados.
Salió apretando los puños y los dientes para evitar decir otras cosas.
—Siempre pasa lo mismo. — dijo la bruja que ya no había vuelto a hablar. — No se preocupen, pronto se van a reencontrar.
— ¿Cómo lo sabes? — pregunto Edward con el ceño fruncido.
—Por que eso siempre pasa. — sonrió enigmáticamente y desapareció.
Aun estaba enojada por las insinuaciones de hace un rato. Maldito Edward, con esa actitud a cualquiera se le hubiera caído el cabello. Por suerte sus padres no se dieron cuenta de su actitud y si lo hicieron lo pasaron por alto, increíblemente disfruto de la comida, Ian estaba más que emocionado de tener a su hermana mayor en la mesa, su madre la miraba con dulzura preguntando todo tipo de cuestiones y su padre... fue amable, le pregunto cómo estaba y que hizo cuando se fue, después pareciera querer decir algo, pero nunca lo hizo así que no le dio mucha importancia.
Justo ahora estaba sentada en primera fila esperando que Lilly saliera a la pasarela. La semana de la moda siempre era genial, sobre todo cuando su amiga le conseguía ropa de marca, tampoco es que llamara especialmente su atención pero no rechazaría unos Marc Jacobs o Eli Saab. Las luces se apagaron y el reflector principal iluminaba la entrada del pasillo. Los murmullos de las demás personas se fueron apagando a tal punto, que si dejaban caer un alfiler el sonido haría eco.
Una morena fue la primera en pisar la pasarela. Su estilizado cuerpo se veía aún más largo con las luces rojas que alumbraban el show, también tiene que ver con el hecho de estar sentada y ser más baja que las chicas de allá arriba, la genética apesta.
Cuando vio a su amiga se abstuvo de aplaudir y chiflar, ese no es el tipo de comportamiento para un desfile, esto no es un concierto.
Su amiga lucia impresionante con esa ropa, cambiaron su tono de cabello del rojo al negro, una medida demasiado radical para el gusto de ella, sin embargo, a la modelo parece quedarle bien. Las preguntas normales como ¿Pueden caminar con esos zapatos? ¿Eso es un vestido? Esta horrible, ¿A quién se le ocurrió la grandiosa idea de utilizar pintura fosforescente? Rondaban en su mente. Definitivamente esta mas que fuera de lugar. Mientras los demás vestían diseños al estilo de Lady Gaga o Effie Trincket, Nina usaba sus cómodos vans rojos y un vestido. Si, Lilly prácticamente la obligo a usarlo, de todas maneras desentonaba, nada nuevo.
— ¿Cómo estuve? — pregunto Lilly sonriendo, los labios rojos y el efecto ahumado en sus ojos.
—Espectacular. — aseguro Nina dándole un abrazo. — ¿No se supone que deberías estar codeándote con las personas importante para obtener más trabajo?
—Nah, estoy cansada. — camino entre la multitud dispersa con Nina pisándole los talones. — Solo quiero llegar a casa, comer una rebanada de pizza y ver una buena comedia.
—Vaya diva que eres.
—A veces una chica lo único que quiere es un merecido descanso.
—No lo dudo.
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Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)
FanfictionSinopsis (Secuela) Si hace dos años le hubieran dicho a Nina Sawyer, que los mismos Cazadores de Sombras que casi la envían al exilio, estarían en el umbral de su casa solicitando su ayuda no lo... Bueno, pensándolo bien no podría evitar el famoso:...