Capítulo 44

1.2K 130 11
                                    




¡Hola! Ya va mucho tiempo sin actualizar el fic, pero esta vez no fue por tareas, me cambie de casa y no tengo internet, sigo sin tenerlo; por eso estoy subiendo capítulo desde el trabajo.

Falta prácticamente nada para terminar con el fic, me dio mucho gusto ver los votos y comentarios en ambos fics, espero que les guste lo que escribo y cualquier duda, comentario o sugerencia pueden enviarme Mensaje Privado o comentarlo.

Estoy en proceso de editar ambas historias, lo hago directamente en mi documento en Word para luego re-subirlas, asi que si ven que falta alguna parte o algo por estilo, no se asusten.

Aquí les dejo el siguiente capítulo...  

-----***------


El cuerpo de Nina ardía, o al menos eso fue lo que notó Magnus en cuanto sus manos tocaron su piel. No podía perderla, no después de ver la mirada en el rostro de su madre; a lo largo de su existencia había visto esa mirada en cientos de personas cuando pierden a alguien.

-— ¿Crees que las runas funcionen? — pregunto Tessa, después de tocar la frente de Nina, la chica estaba en llamas.

—Hay que intentarlo. — le respondió Magnus sin apartar la vista de la rubia. — Se lo debemos.



El Instituto rebosaba de heridos y muerte, una mala combinación por donde se viera. Todos sabían que algunos no regresarían, en una guerra siempre es así, de todas formas era difícil acostumbrarse a ese hecho, eso pensó Vanessa mientras observaba lo complicado que era su vida. Su hombro le dolía como el demonio, recordó como rodó por el suelo para evitar que la atravesaran con una fea espada. Morir no está en su lista, hasta dentro de unos sesenta años o más, quizás.

Vio a Sebastian recargado con aire casual en la pared más alejada de todo el bullicio, lucia fresco como una lechuga, totalmente ajeno a la situación de la que acababan de salir. Gracias al... aunque jamás lo admitiría en voz alta.

El susodicho se dio cuenta de su escrutinio y le guiño un ojo para provocarla, y Vanessa cayó como la ingenua que era.

— ¡Tu! — la exclamación de Jace dejo a todos helados. Vanessa se detuvo, el rubio se le adelanto. — ¿Dónde están? — tomo a Sebastian por las solapas de la chaqueta, este ni se inmuto. — A nadie le importaría que acabara contigo hoy mismo... no volveré a repetirlo, ¿Dónde está Clary?

—Estoy justo aquí, Jace. — dijo la pelirroja, empapada de pies a cabeza al igual que el niño que sostenía si mano.

Jace se olvidó de Sebastian y corrió hacia su esposa, su hijo se le adelanto por poco y los tres terminaron en el suelo.

Ian corrió hacia su familia, por primera vez no le importo que lo llenara de besos y sacudiera su cabello, se dejó abrazar por su padre.

—Estas castigado hasta nuevo aviso, jovencito. — le aseguro su padre con voz seria.

—No me importa. — respondió sin dejar de abrazarlo. — Después de esto no quiero salir nunca más.

Solo faltaba Nina para que sus padres lograran respirar en paz.



Todo se sentía demasiado caliente, no recordaba mucho de lo ocurrido solo que, prácticamente le pidió a Sebastian que terminara con su vida. Que simple pareció en ese momento, porque si estar asándose significaba morir quizá debió pensarlo mejor; a lo mejor llegó al infierno, tal vez la enviaron por casi incendiar una iglesia cuando era una niña, o algún pecado mortal.

—Nina. — sintió una voz llamándole, no supo identificar si era femenina y masculina. — Todavía no es tu hora.

El calor que sentía fue apagándose, para dar paso a una ligera brisa fría que agradeció. De pronto, se dio cuenta que estaba de pie dentro de un lago, podía ver su reflejo; reconoció su cabello rubio y su piel blanca, sus ojos más azules de lo que alguna vez los había visto. Un resplandor emergió del agua, cayo de bruces sobre su trasero, ¿Qué se supone que pasaba? ¿Era una especie de prueba? Si era así, seguro que reprobaba.

—Al fin logramos conocernos personalmente, Nina. — una voz escalofriantemente suave volvió a llamarla, esta vez sí que supo reconocer a un hombre.

Frente a ella se hallaba un hombre alto, de tez bronceada, atractivo como si fuera modelo de Clavin Clain, peligroso. Su postura altiva y sonrisa sutil le decían que corriera como si el infierno la persiguiera.

En vez de eso pregunto:

— ¿Cómo sabes mi nombre?

—Eres muy conocida allá arriba. — señalo el cielo con un movimiento de cabeza. — has causado muchos estragos en los últimos años.

—Es mi especialidad... espera, ¿acabas de señalar el cielo? Juro que no quise quemar esa iglesia.

—La iglesia que quemaste hace años no nos importa. — se acercó y Nina retrocedió aun sentada para luego ponerse de pie. — Tienes demasiado poder dentro de ti, algo muy peligroso como te habrás dado cuenta.

—No es como si quisiera usarlo, ni siquiera sé cómo. — le dijo sin miedo. — Ustedes decidieron dármelo, son los responsables.

—Eres demasiado inteligente para tu propio bien. — se acercó demasiado para su propio gusto. — Es una lástima que ya estés marcada, deshacernos de ti hubiese sido lo más sencillo.

— ¿Marcada? — pronuncio entrecortadamente.

—Alguien te quiere de vuelta, nosotros no, desde luego.

—Pero... ¿Por qué no morí? — se atrevió a preguntar.

—Por desgracia, el cielo tiene otros planes para ti. — dijo a regañadientes. — Nos volveremos a ver, Nina. Espero que estés lista para ese entonces o... quizá alguien lo esté por ti.

Y de la nada, un hermoso par de alas blancas surgieron de la espalda del hombre, los reflejos dorados la segaron hasta el punto de entrecerrar los ojos, y voló con gracilidad en dirección al cielo.

Necesitaría terapia después de esto.



— ¡Regreso! — el grito de Valerie inundo la sala del Instituto. Dio unos cuantos brincos antes de continuar. — y quiere ver a su familia.

Ian fue el primero en salir corriendo para seguir a la bruja con tutu, sus padres fueron los siguientes.

Y Sebastian solo los observo irse. Al parecer ya no el tema central, pues nadie le prestaba atención. Hasta que vio a su hermana acercarse silenciosamente hacia él.

— ¿Por qué lo hiciste? — le pregunto en voz baja.

— ¿Hacer qué? — le respondió con otra pregunta.

—Sabes de lo que estoy hablando, nos salvaste... a Ian y a mí. — Sebastian enarco una de sus perfectas cejas cuando vio como lucho por decir esas palabras. — ¿Qué te paso?

—Sigo siendo exactamente la misma persona, Clarissa. — le respondió este sin apartar la vista de la pelirroja. — Tal vez mis prioridades cambiaron, pero no me importaría ver a ciertas personas arder. — su vista se dirigió momentáneamente a Isabelle. — No fue precisamente un favor, solo espero que no lo olvides, porque no volverá a ocurrir.

—Creo que tenemos que ocuparnos de otros asuntos. — Sebastian quiso rodar los ojos al oír la horrible voz de Edward. — Ya que todo se ha calmado.

Vanessa lanzo un bufido audible, su padre le lanzo un mirada para que guardara silencio, pero no le importo.

—Puede ser el primero, creo que nadie lamentara si se une a la fila de los caídos, más de uno quisiera verlo fuera. — el calvo palideció por la declaración del joven cazador. — Además, James y yo tenemos un trato, sino mal recuerdo.

La mirada de Sebastian se dirigió al ex – hermano silencioso.

—Así es. — secundo este con tranquilidad.

—Y pienso cobrarlo.

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora