Capítulo 11

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Hola de nuevo!! Mil gracias a los comentarios hasta del momento del fic, a los seguidores por agregarlo a sus listas de lectura, espero que les siga gustando y me dejen saber que les gusto, que no, sus dudas y sugerencias siempre son bienvenidos.

Bien, aquí les dejo tres capítulos seguidos. Disfruntenlos.


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—Eso me llena de ánimos. — dijo Nina con sarcasmo. — Nada mejor que una misión suicida para alegrar el día. — siguió con falsa emoción. — ¿Cómo te llamas? — pregunto desanimada.

—Para ustedes Poena Mortis.

— ¿Pena de muerte, en serio? — quiso cerciorarse Simon. — Me siento muy seguro estando contigo.

—Igual yo, solecito. — respondió al vampiro.

— ¿Sabes lo que está pasando? — preguntó Alec esta vez temiendo que desviara la conversación como lo estuvo haciendo.

—Más que eso querido. — se dejó caer en el sillón tapizado de lentejuelas doradas.

— ¿Qué significa eso? — pregunto Isabelle exasperada.

—Les dije que le gusta hablar con metáforas. — les recordó Valerie como si fuera lo más obvio del mundo.

—No son metáforas, son verdades. Solo que no logran comprenderlas. — explicó con desgana. — En fin, la rubia de allá — señalo a Nina, que no había dicho nada, recargada en la pared despreocupadamente. — no es lo que aparenta.

Todas las miradas se posaron en Nina pero esta ni siquiera se inmuto.

— ¿Ser increíblemente genial? — pregunto la aludida.

—Yo usaría otras palabras, niña. — Poena ignoró su comentario. — Lo que tienen que saber es que nuestro querido Sebastian esta vez no tiene nada que ver.

— ¿Cómo lo sabes? — pregunto Nina a regañadientes.

—Tú y yo sabemos muy bien porque. — sonrió. Toda expresión abandono el rostro de la rubia.

— ¿Por qué dices eso? — pregunto Vanessa nuevamente.

—Esa historia no es mía. — se encogió de hombros como respuesta. — Ya luego se enteraran.

— ¿Enterarnos de qué? — exigió Jace.

—De nada que te interese. — gruño Nina. — Me voy, tengo cosas más importantes que hacer.

Salió del loft de Magnus con un nudo en la garganta. Maldita bruja y su gran boca. Sacó el anillo y lo giro entre su índice y el pulgar, así desapareció.


—No. — el pequeño se negaba a comer la papilla de espinacas que Jace intentaba darle. Arrojo la cuchara lejos y se rio cuando salpico los pantalones de Simon.

—Bien hecho. — Jace alboroto el cabello rubio de su primogénito, exactamente igual que el suyo. Will aplaudió alegremente.

—Eres un desastre sin Clary. — observó Simon el desastre de la cocina, ni cuando Izzy cocinaba el lugar lucía así. — Ese pequeño diablillo, solo se comporta bien con su madre. — señaló a la copia de Jace. — Ni siquiera puedes hacer que como una papilla.

Tenía que recordarle eso. Si alguien le hubiera dicho que cuidar de sí mismo sería tan complicado... ahora lo cree. Su esposa salió hacer unas visitas con Maryse, cosas de la Clave y en las que obviamente no está invitado, algo extraño pues su presencia es más importante. Ignoro al molesto vampiro y admitió, no en voz alta, que tenía razón.

Cuando Clary le anunció que estaba embarazada casi se desmaya de la impresión. Fue lo último que se esperó después de una cena romántica. Dieron la noticia después de la boda, la segunda pues la primera fue interrumpida por cierta rubia extraña y el hermano psicópata de su esposa.

Observó a su hijo con el rostro manchado de verde, sonriendo y aplaudiendo mientras el vampiro lo alimentaba... ¿Simon lo alimentaba?

—De nada. — sonrió el vampiro haciendo muecas raras para que el hijo de su mejor amiga comiera su merienda.

— ¿Cómo lo hiciste? — pregunto Jace sin ocultar lo atónito que estaba.

—Tiene dos, es un bebe. — comento Simon encogiéndose de hombros. — Becky me contó que mama hacia esto con los nosotros, supongo que nunca pasa de moda.

La nostalgia en la voz de Simon no pasó desapercibida por el nefilim, aún así esta vez no hizo ninguno de sus fantásticos comentarios.

—Clary también odia las espinacas, algo tenía que heredar de su madre. — dejo la papilla en la mesa o lo que quedaba de ella. — Peleas con demonios todos los días, mataste a Sebastian dos veces y extrañamente batallas cuando haces el intento de alimentar a tu hijo.

— ¡Papi! — exclamo el pequeño por la atención de su padre, mientras estiraba sus bracitos para que lo sacara de la sillita especial.

—Alguien tiene muchas energías para hoy. — esa fue la última observación que hizo Simon antes de salir de la cocina.

— ¿Qué quieres hacer hoy Will? — cargó su hijo. Ambos pares de ojos dorados se encontraron.

— ¡Jugad! — grito Will revolviéndose entre sus brazos para que lo bajara. — Amos, papi, a judad.

Jace suspiro y siguió a su hijo muy lleno de energía a su habitación. El cuarto lo habían decorada Clary y la madre de esta. Los cubos para armar estaban regados por el piso, los peluches que Isabelle y Tessa le regalaron tenían un poco de polvo por el tiempo que han estado en los estantes.

— ¡Mida papi! — se giró al tiempo para atrapar a su hijo que se lanzó de uno de los estantes del closeth.

— ¡William! —- fue lo único que alcanzo a gritar.

Cayó al piso de espaldas, soportando el golpe en lugar de su pequeño hijo de dos años. Will lo miraba con su sonrisa desdentada, estaba sentado sobre su pecho muy emocionado.

—Ota vez, papi. — aplaudió el pequeño y su padre dejo caer la cabeza hacia atrás.

Definitivamente, su hijo planeaba matarle demasiado joven.


Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora