Capítulo 7

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—En fin, tengo una visita que hacer. — Nina aunque impactada por la revelación de Vanessa, tenia cosas más importantes que hacer. — Nos veremos luego, supongo. — se levanto sin más del sofá donde seguía aun y se dirigió a la entrada para irse. — Espero que tu estancia aquí sea agradable, sino lo es tengo un apartamento en la 5ta avenida con habitaciones de sobra.

—Gracias, pero creo que estaré bien aquí. — le respondió Vanessa educadamente.

—Como quieras. — se encogió de hombros.

Sintió un gran alivio cuando respiro el aire contaminado de la ciudad. Fue más difícil de lo que creyó. Verlos a todos de nuevo le afecto de una manera que jamás admitiría en voz alta.

Estaba a punto de subirse en la moto cuando sintió que alguien la miraba a su espalda.

—Linda motocicleta. — Si Jace abriera su boca para disculparse y no para hacer simples comentarios cargados de dobles intenciones, sería genial. — Es la misma de la última vez.

—Sí, es la misma. — se limito a responder sin darse la vuelta.

¿Por qué no tenia palabras exactamente para este momento? Pareciera que todo se hubiera esfumado de la nada.

— ¿Qué es lo quieres? — se atrevió a darse la vuelta para encararlo.

— ¿Por qué viniste? — pregunto cruzándose de brazos, serio.

—Esto también me importa, no por las mismas razones que a ustedes, eso es más que obvio. — respondió sin inmutarse. — Lo último que necesito es salvar al mundo de esas cosas que vimos en las imágenes, tengo suficiente. — se encogió de hombros.

—Quieres encontrar a Sebastian. — sentencio el rubio como si no hubiera oído ni una palabra de lo que Nina dijo.

—Tal vez. — reconoció asintiendo. — Tal vez por eso me quede con su anillo, tal vez por eso tome esta preciosidad, — miro la motocicleta negra con cierta nostalgia. — Tal vez yo esté detrás de todo esto con el fin de arruinarles la vida. Solo no metas en mis asuntos y todo estará perfecto.

Subió a la motocicleta y arranco sin esperar replicas. Lo último que debía era explicaciones, es mas a ella es a quien se las deben.

La sensación de velocidad era genial. Es como si con el simple de hecho de pasar el límite de kilometraje todos sus problemas quedaran atrás, obviamente que eso está muy lejos de la realidad, aunque sea bueno escapar de ella de vez en cuando. Sobre todo por la promesa que estaba a punto de romper, por supuesto, a estas alturas del partido ya se habían roto demasiadas.

La mansión de sus padres seguía tal y como la recordaba. Amplia, pintada en bonitos tonos blancos y verdes mediterráneos. Suspiro, si fuera una persona cuerda, probablemente este sería el último lugar a donde iría para evitar llevarle problemas a su familia, lástima que no lo fuera.

Dejo el casco apoyado en el asiento de la motocicleta y camino hacia la reja para abrirla. Cedió al primer intento, le sorprendió que no sonara algún tipo de alarma, después de todo lo que sucedió, creyó que sus padres estarían paranoicos, esperaba que no.

Camino por las baldosas marrones sobre el jardín artísticamente cuidado; su madre siempre fue aficionada de la jardinería, no le sorprendió. Esta ya no era más su casa, desde hace años que este lugar dejo de ser su hogar, si siente nostalgia es por su hermano menor, Ian. Extraña mucho al renacuajo.

Toca la puerta con los nudillos, tres tímidos golpes. ¿Su hermano habrá cambiado? Que pregunta tan tonta, todas las personas cambian y su hermano no sería la excepción. La puerta chirrió suavemente mientras su madre la abría, la sorpresa destellaba en su rostro como luces navideñas.

—Nina. — fue lo único que pronuncio su madre antes de estrecharla entre sus brazos. — Hija, Dios ¿sabes lo que te hemos extrañado? — le pregunto entre lagrimas.

Nina contuvo las lágrimas, le devolvió el abrazo, pero aun así seguía reacia a dejarse llevar. Desde el día en que decidió marcharse, se dio cuenta de lo poco que conocía a sus padres. Durante el tiempo que duraron las mentiras se fueron alejando, al punto de ser extraños que viven en la misma casa. Lo único que siempre ha tenido seguro es que los ama, a su padre, a su madre y a su hermano menor.

—Pasa, pasa… Dios, no te quedes fuera. — cuando entro a la casa en silencio pudo apreciar que habían redecorado, cosa que no le sorprendió, cuando se fue todo estaba hecho un perfecto desastre. — Tu padre llega en la noche e Ian ya no tarda en venir de la escuela. — informo su madre atropelladamente, casi con el pensamiento de que su hija fuera un espejismo. — Siéntate, cielo.

Se acomodo en el sofá en silencio, observando todo como si fuera la primera vez.

—Estas más hermosa, hija. — Nina se removió incomoda por el cumplido de su madre. — Hace un par de años apenas salías del instituto, ahora estas en la universidad…

— ¿Cómo sabes que estoy en la universidad? — frunció el ceño, no ha tenido ningún contacto con su familia desde que se fue.

—Se mas que eso, Nina. — su madre, Angela sonrió maternalmente y Nina percibió orgullo en sus ojos. — Se que estas estudiando enfermería, con muy buenas notas tengo que decir, en la Universidad de Texas.

—Pero…

— ¿Creíste que solo te dejaríamos marchar? ¿Así sin más? — pregunto su madre con los ojos llenos de lagrimas. — Siempre estuvimos al pendiente de ti Nina Josephine Sawyer; no dudes ni por un momento que siempre quisimos ir a dónde estabas.

Su madre estaba frente a ella, tomando sus manos con delicadeza mientras le limpiaba las mejillas con la otra, había estado llorando sin darse cuenta.

— ¿Por qué no lo hicieron? — pregunto con la voz quebrada.

—Siempre has sido muy madura para tu edad, pequeña. — se sentó a su lado para atraerla su costado. –- cuando te fuiste, supimos que no tuvo que ver con un capricho adolescente. Tu padre y yo cometimos un montón de errores, necesitabas un tiempo para pensar y nosotros también. Te amamos, Nina. Siempre. Si no hubieras llegado hoy, en menos de lo que imaginaras ya estuviéramos rumbo a Texas.

—Yo… — se le volvió a quebrar la voz, la opción de no llorar dejo de existir.

—Mama, le dije a… — Nina se limpio las lagrimas con rapidez para incorporarse. Su hermanito estaba en el umbral de la sala con una mueca de total estupefacción. — ¿Nina? — pregunto con voz temblorosa.

—Ven acá, enano. — no espero a que Ian se moviera ella misma se levanto y lo abrazo con fuerza. — Te extrañe mucho. 

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora