Capítulo 17

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Hola! mil gracias a todos los nuevos seguidores, también a los que me agregaron a su lista de lectura, 10000000000000000000000000 mil gracias. Espero que a esas nuevas personitas se animen a comentar y votar estos humildes fics :)

Hoy subiré dos capítulos.

La vez pasada se me paso decirles que le dedique el capítulo a Cottyhenderson, mil gracias chica, por todos tus comentarios y votos. 

En fin, comenten, voten y recomienden. 


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El chocolate sabe muy bien, sobre todo el blanco el oscuro no le gusta mucho. Seguía comiéndolo cuando Sebastian decidió callarse la información que tenia.

— ¿Por qué habría de decírselos?

—La Clave lo sacara de ti y no de una manera agradable. — observo Magnus, obviamente. — La Espada Mortal no te dejara mentir.

—Sigo sin ver el punto.

— ¿Qué quieres a cambio? — pregunto Lilly para sorpresa de todos.

—Al fin alguien mostro un poco de inteligencia. — se burló. — Quiero inmunidad.

Si Isabelle hubiera oído eso le habría abofeteado por tercera vez.


Nina observaba desde una esquina alejada como desataban al cazador, lo habían transportado al Instituto de Nueva York, donde la Cónsul junto con el Inquisidor Edward — el viejo calvo — serían los encargados de interrogarlo, aunque el susodicho parecía estar muy despreocupado por lo que sucedería a continuación.

— ¿Algo que tengas que decir antes de comenzar? — preguntó Jia solo por cortesía, eso le pareció a Nina, ignorando el leve temblor en su voz.

— ¿Cómo esta su hija, Aline? — pregunto sin miramientos. — ¿Acaso la extraña? Es lo que haría cualquier madre. — su voz no se suavizo, aunque pareciera una pregunta casual, estaba teñida de malas intenciones.  

A la Cónsul le dolieron las palabras de Sebastian, sin embargo no dijo nada. Nina se pregunto qué pasó antes. 

—No todas. — a Poena no le molesta decir la cosas en voz alta, ni le tenía miedo al nefilim a punto de ser interrogado. Vestía una falda con una abertura en el muslo derecho, las sandalias negras dejaban entrever sus uñas pintadas de negro también. La blusa de tirantes dejaba al descubierto sus hombros adornados con distintos tatuajes. — Cierta... persona aquí presente lo sabrá. — también noto la vacilación al decir persona.

—Ya basta. — ordeno el Inquisidor. — No estamos para juegos.

—Si no lo dice no me entero. — murmuro Nina para sí.

Todos guardaron silencio. Maryse, Clary y Jace, quien fue el que lo desato, Poena y Nina. Los demás no estaban presentes, Izzy no contendría sus ganas de matarlo, Magnus convenció a Alec que era lo mejor quedarse fuera de esto. Jia avanzo con la Espada Mortal, Nina solo ha sostenido una vez y es difícil olvidar esa sola vez. Aparto la vista repentinamente incomoda, con seguridad más de uno en la sala recordó lo sucedido años atrás.

—Extiende los brazos. — esa es la primera orden que oyo de Jia y fue increíblemente suave tanto como firme.

Sebastian obedeció silencioso. No hizo ninguna mueca al coger la espada, ni siquiera una de sus enigmáticas sonrisas.

— ¿Cuál es tu nombre? — pregunto.

—Sebastian. — respondió sin esfuerzo.

Se miraron unos a los otros sin comprender como podía evadir la verdad, excepto Poena, ella parecía jamás sorprenderse con nada.

—No intentes engañarnos. — advirtió el Inquisidor.

—Tampoco es que le fuera avisar. — observó Nina lo obvio. — Porque no le preguntan su punto y terminan con esto.

—Estoy de acuerdo. — apoyo la bruja.

— ¿Qué es lo que sabes de lo que está sucediendo? — pregunto Edward directamente.

—Pasan muchas cosas, puedo saber muchas cosas. — dijo relajado.

—No te pases de listo.

—Usted tampoco está siendo muy inteligente. — esta vez hablo Poena. Nina soltó unas risitas, estaba a punto de decir lo mismo. — Hágase a un lado, ahora arreglare esto.

El Inquisidor refunfuño pero se hizo a un lado.

Sebastian enarco una ceja con incredulidad, no lo harían hablar.

—Quita esa cara, a mi no me engañas. — dijo la bruja con una extraña tranquilidad. — Ni me da miedo invocar a mi padre para que obtener la verdad.

—Siempre piden algo a cambio. — comento Jia.

—Eso sucede cuando tienes algo que perder. — respondió Poena sin retirar la vista de Sebastian. — Está de sobra decir que la rubia de allá es el centro de todo esto, ¿no? — el interludio no dijo nada, pero su expresión lo dijo todo. — Bingo, ahora dime... ¿Qué quieren de ella?

—A ella. — respondió encogiéndose de hombros.

En ningún momento del interrogatorio se vio afectado por el peso de la espada, era como si sostuviera una escoba.

—No entiendo porque precisamente a ella. — comento Jia casi a la ligera.

Todos los presentes voltearon a ver a Nina, ella ni se inmuto, miraba los ángeles que sostenían el escritorio.          

—No dijo nada que no supiéramos ya. — dijo Nina después sin dejar de ver el escritorio. — el problema es que no sabemos por qué. 

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora