CAPÍTULO 14: PLAN

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25 de enero. Actualidad.

- Buenos días, chère –saludó Chuck Arnault entrando a la oficina.

- Buenos días, Chuck –le sonrió débilmente, apenas retirando su mirada del iPad donde se encontraba trabajando.

- ¿Te encuentras bien? –preguntó el hombre mientras se acercaba dudoso, observando un poco muy pálida la mujer detrás del escritorio.

- Sí –contestó simplemente- ¿cómo vas con los bocetos?

Era sábado, tres días después de la "desgracia", y aunque la boda ya no se iba a llevar a cabo, ella todavía quería trabajar 24/7 para mantener su mente ocupada, incluso aunque después no tuviera otra herramienta para ocuparse debido a lo rápido que ambos diseñadores estaban avanzado. Scarlett, para el momento, iba de mal en peor; cada día se veía peor que el anterior. Ojerosa, pálida y desganada. Sin embargo, no estaba dispuesta a mostrarle su pena a un hombre que apenas conocía. Sobre todo, cuando ella ya no confiaba en ningún hombre. Aunque hacía muchos años esa confianza se había roto; obra del mismo hombre. Dos veces.

- Están casi terminados –contestó Chuck una vez que decidió no insistir. Él, al igual que todo el mundo (excepto Jules), por supuesto, no sabía de la cancelación de la boda. - creo puede quedar todo listo para el jueves.

- Perfecto –murmuró la castaña evidentemente concentrada en su actividad.


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- ¿Te gustaría venir a cenar conmigo esta noche?

Scarlett dio un pequeño respingo al escuchar la voz de Chuck, que parecía provenir de muy lejano, sacándola de sus profundos pensamientos. Sin embargo, decidió fingir que estaba poniéndole atención desde antes, y asintiendo mustió un simple –sí-

- Genial –susurró el francés, para sí mismo, victorioso.

Scarlett no tenía idea que la invitación era sólo un primer paso para él.


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Después de la cena, Scarlett y Chuck decidieron llegar a un famoso club en el centro de la ciudad, el cual se encontraba medianamente atestado de gente ya que, a pesar de ser fin de semana, todavía era un poco temprano para que estuviera a su máxima capacidad.

El mesero llegó con un par de tragos y después de tomar un sorbo, fue Chuck quien lanzó la primera pregunta –Así que ¿qué es lo que te ha mantenido de esa manera el último par de días, chère?

Scarlett miró al hombre frente a ella. Sus ojos color café lucían tan cálidos, que casi pensó en confiarle lo que estaba pasando con su prometido, y que así, la ayudara a mitigar el iceberg que sentía dentro de su corazón. Pero no. Su orgullo era mucho más grande que su molestia.

- El estrés de la boda –comentó encogiéndose de hombros, aparentemente desinteresada.

- Mmmm... -pensó Chuck fingidamente- lo imagino. Pero es eso lo que quieres ¿no?

La chica maldijo en su interior mirando evaluativamente al francés.

¿Acaso él sabía ya la verdad? Se preguntó.

- Sí –asintió lo más segura que pudo- es lo que quiero.

Se arrepintió casi después de decirlo. ¿Cómo carajo iba a ver a Chuck a los ojos cuando en unos cuantos días saliera a luz la noticia de que la boda no iba a llevarse a cabo?

William no parecía arrepentido. No la había buscado. Ni llamado. Ni siquiera un mensaje de texto. Era un imbécil a arrogante a quien no le importaba realmente nada, según Scarlett. Por otro lado, ella estaba casi segura de que, para el momento, seguramente el contrato estaría siendo cancelado, y a punto de ser firmado por otra mujer, una a la que William sí quisiera follarse, pensó.

La ira siempre coloraba de carmesí la piel clara de Scarlett y cuando Chuck lo notó, sin saber lo que la mujer pensaba sólo puedo preguntarle, por segunda vez en el día, si se encontraba bien.

- Quiero otra margarita –respondió sonriendo fingidamente. Chuck sólo rio por no haberse percatado antes de su copa vacía y procedió a pedir tragos para ambos.

La noche apenas empezaba.

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