CAPÍTULO 46: REGRESO

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- Son preciosos, querida –sollozó Marggot cargando a su nieta mientras Scarlett alimentaba a su hijo.

- Lo son –asintió la nueva madre observando los abiertos y curiosos ojos azules de Michel, su pelinegro bebé.

- Anne-Céline – mustió Marggot fascinada- un nombre casi tan precioso como tú –le decía a su nieta de cabellos dorados y ojos grises- Dios, es idéntica a Will cuando nació, Scar.

Scarlett rio simpática porque ya lo sospechaba, incluso aunque el de los ojos azules fuera su pequeño –Mick es más parecido a mí, lo recuerdo por mi álbum de fotos de recién nacida.

- William está vuelto loco –rio la mujer mayor- jamás imaginé verlo así de feliz.

- Es todo muy emotivo –sonrió conmovida- todos estos sentimientos arremolinándose en nuestros corazones cada vez que los vemos y tocamos, yo tampoco imaginé sentir de esta manera nunca –admitió.

- Te lo dije –asintió la mujer- es un nuevo mundo por descubrir, sin duda.

Scarlett asintió sin querer decir más o iba a echarse a llorar, las hormonas estaban regulándose apenas. - ¿Dónde está Will? –preguntó por fin, después de más de una hora sin verlo, desde que había despertado.

- Se fue un par de minutos antes de que despertaras, apenas llegué yo, para ducharse y traer lo que hacía falta para los bebés.

Scarlett volvió a asentir con una pizca menos de felicidad. Sabía que William estaba procesando lo que le había confesado antes de dar a luz y que todavía le debía muchas explicaciones, que seguramente le pediría en cuanto volviera a su lado. Sin embargo, se sentía lista para dárselas y poder, por fin, firmar su tratado permanente de paz.

Los pensamientos de Scarlett se silenciaron cuando la puerta de la habitación se abrió y un enorme ramo de peonias azules y rosas entraron por la puerta siendo cargadas por William, a quien ocultaban por completo; detrás de él, venía Philip con globos y peluches haciendo a Scarlett reír cuando ambos hombres perdieron noción del espacio de la habitación, que, si bien no era pequeña, todavía se veían muy exagerados tantos regalos dentro.

- Hola Scar –saludó William sonriendo abiertamente- qué bueno que despertaste, preciosa.

- Hola cariño –contestó Scarlett cuando William llegó a su lado para besarla en los labios.

- Es tan difícil conseguir globos a las siete de la mañana – se quejó Philip haciendo reír a ambas mujeres.

- ¿Acaban de quedarse dormidos? –preguntó el nuevo padre observando a Mick, todavía succionando del pecho de su madre y a Anne en los brazos de su abuela.

Scarlett asintió contenta porque, aunque los niños lloraban poco o nada, todavía tenía que adaptarse a alimentar a los dos, lo cual resultaba evidentemente más agotador.

- Terminaré de hacer el papeleo para irnos a casa –habló Philip antes de salir de la habitación.

Scarlett y William le agradecieron brevemente.

- ¿Ya pensaron en asistencia para atender a este par de hermosos? –les preguntó Marggot a ambos.

Ambos asintieron nuevamente y comenzaron a contarle a la mujer mayor sus planes.

Ambos asintieron nuevamente y comenzaron a contarle a la mujer mayor sus planes

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