CAPÍTULO 45: NAISSANCE

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14 de junio.

El lunes, a punto de cumplir 37 semanas de gestación, Scarlett se sentía como un luchador de sumo, tan pesada y lenta que constantemente se comparaba con una gran tortuga, sin embargo, hacía varias semanas había dejado de sufrir por su físico y había empezado a disfrutar su embarazo, sintiéndose hermosa y poderosa por estar incubando a dos vidas a la vez. No obstante, ese día en particular, no se sentía del todo bien; los calambres la atravesaban como relámpagos y la hicieron querer estar acostada toda la tarde de ese día.

A las cinco de la tarde, cuando William volvió de la oficina, encontró a su esposa echa un ovillo en la cama acariciando su gran barriga y murmurando cosas inentendibles así que después de desvestirse, se metió a la cama con ella y la abrazó por la espalda besando a la vez su cuello.

- ¿Cómo estás? –le preguntó comenzando a acariciar su panza también.

Scarlett suspiró cansada –exhausta y acalambrada.

- ¿Te duele la espalda más de lo habitual? –preguntó William, en repentino estado de alerta.

Su esposa asintió –sólo un poco, es incómodo, supongo que es porque falta muy poco –sonrió cuando mencionó lo último.

El hombre se levantó de la cama buscando su camisa nuevamente. –Deberíamos ir al hospital para que te revisen, Scar.

- ¿Por qué? –preguntó Scarlett dándose la vuelta en la cama.

- Estamos al final de último trimestre –explicó ayudándola a sentarse en la cama- debemos ser muy precavidos.

Scarlett asintió obediente. La verdad era que, si alguien había devorado libros sobre maternidad y hecho miles de preguntas a la doctora Ricci, no era precisamente ella, sino William; así que siempre que él sugería algo ella rara vez lo cuestionaba. Para ellos se había tratado de un trabajo compartido, todo el tiempo.

A las ocho de la noche, Scarlett estaba tendida en la camilla de la doctora Ricci siendo examinada a profundidad

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A las ocho de la noche, Scarlett estaba tendida en la camilla de la doctora Ricci siendo examinada a profundidad.

- Vaya, vaya –sonrió la mujer cuando se reincorporó- parece ser que ha entrado en trabajo de parto, señora Dagger, desde hace varias horas.

Los ojos de Scarlett se abrieron de par en par y a William se le aflojaron las rodillas. Estaban listos, pero no estaban listos a la vez.

- Todavía tengo 36 semanas –habló la diseñadora en un hilo de voz.

- No tengas miedo, cariño –le dijo la doctora apretando su hombro una vez que se deshizo de los guantes de exploración- los embarazos gemelares casi nunca llegan a término y eso está bien. Tus bebés ya están listos para llegar si así mismo lo han decidido sin que te dieras cuenta.

La mujer mayor sonreía acentuando sus pequeñas arrugas y su dulzura hizo que Scarlett sintiera una pizca más de seguridad al respecto.

- ¿Cuánto tiempo falta para que nazcan, doctora Ricci? –esta vez fue el turno de William de preguntar, pareciendo también menos asustado con las palabras de la profesional.

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