05 de febrero. Actualidad.
- Will... -jadeó- Will...
Besando la suave piel sus tobillos, absorto en su "trabajo", William apenas escuchaba la delicada voz de su esposa, que se sentía como seda en sus oídos.
- Will, voy a correrme... –mustió apenas audible, al borde de la locura, en el mejor de los sentidos.
Los movimientos del hombre aumentaron en ritmo e intensidad, poniendo su mayor esfuerzo en adorar y complacer a su esposa.
- Eres preciosa –le dijo él mirando como su bonita cara se coloraba en carmesí mientras sus ojos se cerraban por el placer, inevitablemente.
En medio del orgasmo de Scarlett, William se inclinó sobre ella para profundamente sus labios entreabiertos, y en el proceso, sintiendo como su propio placer estaba a punto de explotar dentro de él.
Para Scarlett no pasaron desapercibidas las finas gotas de sudor sobre la frente de su esposo, señal de que estaba a punto de explotar (cosa que había aprendido en tan solo un par de noches teniendo sexo con él) de modo que, empujándolo con delicadeza, lo cambió de posición ahora montándolo de manera posesiva.
No fue una sorpresa, para el hombre, quedar completamente fascinado por la imagen del cuerpo desnudo de una diosa tomando el control sobre él, dándole placer y haciéndolo sentir al borde de un abismo.
- Dios –gimió Scarlett tirando la cabeza hacía atrás y moviendo su cuerpo completamente sensible sobre el de su esposo.
- Scar... -gimió William de vuelta. Ella volvió su mirada aguamarina al hombre debajo de ella, esperando que continuara hablando, mientras ella continuaba dándoles placer a ambos- me encantas...
Ella no pudo evitar sonreír ampliamente e inclinarse a besar los labios del hombre, haciendo que él se corriera dentro de ella al momento siguiente.
Cuando por fin Scarlett se acomodó al lado de su, todavía tembloroso, esposo ella no podía parar de sonreír al recordar sus breves, pero poderosas palabras, cuyo efecto fueron llenarle el corazón de alegría y seguridad.
A mediodía, los rayos del sol se volvieron insoportables para los ojos cansados de William, de manera que fue obligado a levantarse de la cama sintiéndose confundido al no encontrar el cuerpo cálido de Scarlett a su lado.
En la planta baja, caminando por el pasillo, William pudo escuchar un par de voces muy lejanas; así que preguntándose quién más se encontraba en la casa, siguió el sonido, llegando a la oficina de la casa para posteriormente abrir levemente la puerta y divisando el perfil de su esposa frente a la portátil.
- ¿Cómo va todo? –escuchó una voz masculina dentro del ordenador.
- La reunión acaba de terminar, todo salió mejor de lo que esperaba- contestó ella sonriendo levemente.
- Sabes a qué me refiero, chère –contestó él, haciéndole saber a William que el hombre detrás de la voz misteriosa era el diseñador francés, cuyo nombre la verdad es que no recordaba.
William pudo ver cómo Scarlett suspiraba sonriendo.
- Está todo bien, Chuck.
- Sólo quiero estar de seguro de que hayas tomado la decisión correcta, Scarlett.
- Lo hice –dijo ella tomando una postura más recta en su asiento.
- Voy a esperarte, lo sabes.
A William se le erizaron los vellos de la nuca sintiendo como su sangre se calentaba de enojo.
- Chuck...
- No voy a esconder mi postura jamás, lo sabes también.
Para el momento, William se dio cuenta de que no estaba haciendo lo correcto escuchando detrás de la puerta a hurtadillas, así que decidió hacer acto de presencia, tocando la puerta un par de veces antes de entrar sin esperar una respuesta.
Los ojos de Scarlett brillaron al ver a su esposo parado en la puerta con el torso desnudo y los brazos sobre él.
- Tengo que irme, Chuck. Je t'envoie un gros calîn.
- Tu as mon cœur, ma chérie.
El ceño de William se frunció profundamente al entender las palabras que ambos intercambiaron, pero no se sintió con el derecho de cuestionar a su esposa en ese preciso momento.
Scarlett cerró su portátil y se levantó de la silla para dirigirse a donde estaba William, notándolo un tanto enojado. Sin embargo, ella decidió ignorarlo y pasó de largo por su lado, dejándolo solo con su enojo.
Sentado en la isla de la cocina, William no podía dejar de ver cada uno de los agiles movimientos que su esposa realizaba al cocinar, pensando también cuanto él desconocía sobre la mujer, ya que obviamente no estaba enterado de que ella fuera una cocinera diestra, cosa que solamente sumaba un atributo más al estuche de monería que ya era ella. Él, por supuesto, tenía ganas de caminar hasta ella y estrecharla en sus brazos, besarla y hacerla suya en ese mismo lugar; ya que, incluso aunque la había tenido sudando y gimiendo su nombre durante los tres días que llevaban en la isla, todavía no podía obtener suficiente de ella y para él momento no sentía que la saciedad por su cuerpo fuera a llegar pronto. Quién lo diría, después de que sus intenciones estaban lo más alejadas de la realidad actual posible.
- Scar –la llamó haciendo que ella volviera su rostro levemente mientras removía algo sobre la estufa- ¿quieres ir la ciudad esta tarde?
- Claro –respondió ella, distraídamente.
William no pudo dejar pasar la frialdad y el tono cortante de su esposa, pero decidió no mencionar nada al respecto.
- Podemos quedarnos, si quieres.
- Está bien, Will.
El hombre asintió obediente. No quería molestarla, pero no podía dejar de pensar en que la actitud de Scarlett durante su estancia en la isla había sido la misma que ahora. Ella lo seducía intensamente a diferentes horas del día, siendo encantadora, salvaje y apasionada, pero cuando el acto sexual terminaba, ella simplemente se blindaba a sí misma manteniéndose distante y poniendo una barrera entre ambos, haciéndolo desesperar y preguntarse sobre qué era lo que pasaba por su cabeza y, sobre todo, cómo solucionarlo, aunque la verdad era que se sentía demasiado cobarde cómo para preguntarle y arruinarlo.
- De acuerdo, saldremos a la cinco en punto –mencionó levantándose de su lugar repentinamente enojado consigo mismo.
Ella ni siquiera se inmutó y el hombre se fue.
Tengo una duda existencial ¿qué piensan de Chuck?
Gracias por leer 💖
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DAGA ROJA
Novela JuvenilLa grandiosa diseñadora Scarlett Dhapunt, que con apenas 24 años de edad, se encuentra en la cima del éxito, está perdidamente enamorada de un hombre que es 14 años mayor que ella, desde que era apenas una niña y no parará hasta darle caza y consegu...