CAPÍTULO 44: LAVANDA

1.6K 102 10
                                    

03 de abril.

- Will, no –chilló Scarlett, cubriéndose con la sabana de seda color marfil, mientras veía como William se ponía su ropa interior y un chándal de entrenamiento.

El hombre volteó a verla y se rio al verla cubriéndose, como si no acabaran de tener sexo un par de minutos antes.

- No está en discusión, Scar.

- Willam Dagger –lo llamó enojada- no vas hacerme dejar de conducir desde ahora. No quiero tener un maldito chofer, no soy una niña.

- Tienes veintidós semanas de embarazo, Scarlett. No deberías conducir desde hace dos meses –refutó el hombre caminando hacia la puerta.

- Estás loco. No te haré caso.

- Vas a hacerlo porque sabes que es lo mejor –dijo cruzándose brazos.

Scarlett lo miró y sintió calor. Era increíble el hecho de que acabara de tener un orgasmo en su boca y otro sobre él hacía sólo unos minutos y ya quisiera tomarlo de nuevo, incluso con su prominente barriga, que por supuesto, era mucho más pequeña que su lívido.

- Deja de verme como si fueras a devorarme, estás asustándome, Scar –dijo William en fingido tono de miedo.

Scarlett frunció el ceño –no dejaré de conducir hasta las treinta semanas –afirmó.

- Entonces tendremos que dejar de tener sexo, si no quieres hacer lo correcto –habló el hombre, más firmemente de lo que pretendía.

La mujer abrió la boca en sorpresa y quiso echarse a llorar. Maldito William, claro que iba a castigarla con su necesidad más básica, que se había vuelto más imperiosa con el embarazo.

- Entonces, tendré que largarme a mi apartamento. No tiene caso que me quede en tu casa si no me follarás –contestó cruzándose de brazos.

William bufó restregándose la cara –Scar...

- Porque no hemos regresado, Will, creo que lo olvidas a veces.

El hombre quiso reír y maldecir a la vez. Reír porque ella se lo recordaba de vez en cuando y lo sacaba a flote cada vez que hacía un berrinche como ese, pero todavía se derretía completamente en sus manos cada noche y cada mañana, o en cualquier momento del día que sintiera que lo necesitaba mimándola y haciéndole el amor. Maldecir porque era verdad, no habían regresado y Scarlett sólo se quedaba varios días a la semana en su casa por sexo, y aunque las temporadas cada vez eran más largas, todavía regresaba a su apartamento y le pedía espacio cada cierto tiempo.

Así era Scarlett, siempre consiguiendo exactamente lo que quería, se recordó William. También se recordó que él estaba dispuesto a darle todo, porque la amaba más que a nadie y sólo le importaba su felicidad.

- Dos semanas más –bufó el hombre.

- Ocho –refutó la mujer.

- Cuatro.

- Siete.

- Cinco.

- Seis.

Antes de que William contestará, Scarlett se levantó de la cama, completamente desnuda, acercándose a él para tocar suavemente su brazo y mirarlo debajo de sus pestañas como una chica indefensa.

William tragó duro, de repente sintiéndose completamente listo para darle una ronda más de placer si se lo pedía.

- Seis semanas más, Will. ¿Por favor? –preguntó dulcemente.

DAGA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora