CAPÍTULO 42: ANIVERSARIO

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01 de febrero.

- Perdóname, perdóname, perdóname por dejarte sola, chère –decía Chuck al otro lado del teléfono.

Scarlett puso los ojos en blanco –Ya te dije que está bien. Sólo... -vaciló, dudando en sí debería entrometerse en un asunto completamente desconocido para ella o no- estoy tan confundida, Chuck. Dios ¿en qué momento? Quiero decir, no me lo digas justo ahora porque no pienso tener esta conversación contigo por teléfono. Es sólo que ¿Kara, Chuck? Maldita sea, perdí a mi manager por estar con mi mejor amigo en una la relación completamente falsa. ¡ESTABA SUCEDIENDO JUSTO FRENTE A MIS OJOS Y NO PUDE DARME CUENTA! –resaltó lo último desesperada.

Chuck tiró su cabeza hacia atrás, abrumado –Lo sé, Scar. Lo siento tanto. Prometo que vamos a arreglar este lío pronto. Iré a verte en un par de días. Sólo... -suspiró- sólo necesito tiempo.

- Yo estoy bien, Chuckie. No tienes que darte prisa para explicar nada. Agradezco absolutamente todo lo que hiciste por mí, es por mucho, lo más que alguien ha hecho, lo sabes. Yo necesito enfrentarme a todo esto sola. Tú tomate todo el tiempo que necesites; aquí estoy para ti, para cualquier cosa que pase ¿de acuerdo?

- Es reciproco, mon chère. Nos vemos luego.

Scarlett mandó el sonido de un beso y colgó.

Se le encogió un poco el corazón al pensar que Chuck había estado igual o más perdido que ella durante las semanas que habían estado juntos en París y, aun así, jamás había flaqueado el soporte que significaba para ella. Ese hombre se merecía el mundo entero.

Por otro lado, ella también necesitaba tiempo. Después de todo, había regresado con William a EEUU, pero no a su casa, sino a su pent-house, porque incluso aunque él supiera que sería el papá de sus hijos, ella todavía no lo había confirmado ni mucho menos le había dicho que lo perdonaba. Sólo estaban en un "acuerdo de paz".

Debido a que era domingo, no había salido corriendo a las oficinas de Dhapunt's, pero estaba tan ansiosa porque el lunes llegara que casi había estado por morderse las uñas. Quería volver a ver a Jules y a las demás chicas, sentarse en su preciosa oficina que tanto la inspiraba para perderse por horas diseñando, echarle un vistazo de Deluxe y preparar sus clásicas fiestas de beneficencia, visitar orfanatos y usar vestidos glamurosos. Quería, simplemente regresar a su lugar seguro, ese que se había construido solita y que se sentía como si no pudiera ser echado abajo, aunque hubiera estado en pausa unas semanas.

Sin embargo, también tenía algo nuevo que comenzaba a sentirse seguro. Sus hijos. El rostro se le iluminó automáticamente cuando recordó, que a la persona que quería ver con más fuerza era Marggot, y como un rayo, el pensamiento de la mujer completamente feliz al saberse futura abuela la hizo casi brincar de felicidad en su lugar.

Scarlett no lo pensó mucho y tomó su teléfono a punto de marcar el número de su suegra; no obstante, se vio interrumpida por el timbre del apartamento. ¿Quién podría ser? se preguntó, si apenas hacía unas cuatro horas que el jet privado de William había aterrizado y luego él la había dejado en el apartamento sin casi cruzar palabras.

Un poco insegura, se levantó del sofá y caminó hasta la puerta abriéndola de una vez. Automáticamente puso los ojos en blanco.

- De un día para otro, aprendiste a llamar al timbre –dijo poniendo la mano en la cintura.

William quiso reírse, porque le parecía demasiado tierna pretendiendo ser hostil, cuando sólo lucía como una adolescente caprichosa en esa pose.

- Ya me disculpé por ello unas veinte veces, Scar –dijo suevamente.

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