Capitulo 33. (Necesitamos un tiempo)

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Íbamos en el carro camino a casa de Andy quien se encontraba en el asiento de atrás, mi novio iba de copiloto callado mirando por la ventana, habíamos tenido un almuerzo en mi casa con mi madre quien parecía estar del todo bien con la relación entre Diego y yo, la comida había transcurrido sin problemas hasta que Andy dejó escapar que Eduardo había estado conmigo el día de la foto, cosa que Diego no sabía y por lo cual seguía molesto.

Nos detuvimos frente a su casa, Andy se inclinó hacia la parte de adelante y besó la mejilla de Diego y luego la mía, se bajó del carro sonriendo.

Andy – Bye chicos! Los quiero.

Román – Éxito mañana cariño – Sonreí en respuesta – también te quiero.

Diego – Nos vemos en el colegio mañana bebé – Mi novio le lanzó un beso sonriente –

Andy se dio la vuelta después de una última mirada de “Lo siento” dedicada a mí y camino al interior de su casa. Continué la marcha esta vez a donde Diego, mi novio seguía callado sumido en sus pensamientos, después de unos diez minutos en los que la tensión en el aire podía cortarse con un cuchillo entramos a la urbanización de Diego.

Diego – Detente aquí por favor – Pidió mi novio saliendo de sus pensamientos –

Román – Aquí?? – Lo miré algo intrigado y pise el freno. Nos encontrábamos pasando por un campo de beisbol que usaban los chicos para jugar, apenas a una cuadra de su casa –

Diego – Si – Me miro y se quitó el cinturón de seguridad – Mi hermano ya debe estar en casa y no vamos a poder hablar con calma, prefiero hacerlo aquí en el campo.

Román – Vale… - Diego tenía razón, eran casi las 6 de la tarde. Adrián solía llegar a esa hora a casa –

Puse el freno de mano y apagué el carro, mi novio y yo bajamos en silencio y entramos al campo de beisbol. En otras circunstancias hubiese sido una escena realmente hermosa: Se encontraba completamente vacío, al sentarnos en las gradas detrás del “home” podía verse al sol ocultándose a los lejos detrás de las paredes que delimitaban el jardín derecho, esta luz hacía que el cabello color miel de Diego resplandeciera como si fuera dorado, era el sitio ideal para una conversación romántica, sin embargo, la historia era otra.  

Diego se encontraba sentado en las gradas, codos apoyados en sus muslos y manos entrelazadas entre sus rodillas, miraba el paisaje con algo de nostalgia en su mirada ¿Quizás pensaba cómo yo y consideraba que en otras circunstancias esto hubiera sido realmente hermoso? Finalmente tomó una bocanada fuerte de aire y fijó sus ojos hermosos en mí.

Diego – Román yo… -Miró sus manos como ordenando las palabras en su cabeza, luego volvió su mirada a mí – Yo quiero hacer esto de la manera más civilizada posible, quiero entender que nos está pasando – Continuó con un tono de voz calmada pero evidentemente contenida – y por sobretodo quiero saber por qué, ¿Por qué sientes que tienes que ocultarme cosas?

Román – Diego todo esto pasó tan rápido, 6 meses atrás no hubiese siquiera imaginado que ocurriría todo lo que ha pasado: La fiesta, Eduardo, Tú, la foto… No sé cómo actuar al respecto y procesar todo esto, no pretendo usarlo como excusa! Entiendo que falle al no contarte lo de Eduardo, en ese momento con todo lo que teníamos encima, pensé que no era el momento de añadirte una preocupación más.

Diego – Eso puedo entenderlo Román, pero han pasado dos semanas… DOS SEMANAS! – Levantó un poco la voz, luego respiró y continuó calmado – siento que cada vez que hablamos me entero de alguna cosa nueva tuya, por ejemplo esta tarde me entero no solo lo de Eduardo, sino que has estado saliendo con Carlos…

Algo más que amigos (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora