Capítulo 50 (Enigmas)

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El lunes en el colegio pasó sin muchas cosas que contar, solo podía pensar en Eduardo y la llamada del día anterior, no había tenido el valor aún de comentarle a nadie las buenas noticias, pensaba en ese punto que mientras no dijera nada al respecto, no sería necesario lidiar con las consecuencias de lo que estaba por ocurrir. Por lo que cuando me encontré con Andy y me preguntó sobre la prueba de Eduardo, le contesté con un simple "bien" argumentando que queríamos esperar los resultados oficiales antes de asegurar algo.

Por otro lado, ese día durante el receso mientras compraba algo para merendar, Paulo se acercó a mí con una sonrisa jovial.

Paulo – Ya no estas cojeando – Dijo a modo de saludo mirando hacia el tobillo que había sido golpeado un par de días atrás en el juego de fútbol – es una buena noticia.

Lo miré y medio sonreí algo incómodo, aun no sabía cómo actuar alrededor de Paulo, su cercanía con Eduardo me alertaba y me indicaba que no debía caerme bien, pero por otro lado, la seguridad con la que hablaba y el carisma que brotaba por sus poros, hacía muy difícil que alguien pudiera resistirse a sus encantos y tratarlo con hostilidad.

Román – Paulo... Hola – Sonreí también mirándolo por unos segundos antes de redirigir mi mirada al interior de la cafetería para elegir mi pedido – Si, ya no duele nada.

Paulo – Me alegro, no me hubiese gustado ser los responsables del fin temprano de tu carrera en el fútbol – Dijo a modo de broma mientras sonreía y pedía un yogur con cereal –

Román – JA, sobretodo mi carrera en el fútbol – Contesté con algo de sarcasmo sin dejar el aire de broma –

En ese momento la señora de la cafetería colocó sobre la barra mi dona y el yogur de Paulo, mientras buscaba mi billetera, el pelinegro se adelantó sacando un billete de su bolsillo entregándoselo a la señora.

Paulo – Cobre de aquí la dona y el yogur – en tono casual –

Román – Gracias Paulo pero no hace falta – traté de llamar a la señora que ya se había dado la vuelta –

El chico me detuvo colocando su mano sobre mi antebrazo apoyado en la barra, con una sonrisa en su rostro y mirándome a los ojos, con toda la seguridad que era capaz de expresar y que a mi ciertamente me faltaba en algunas ocasiones, sin importarle siquiera que estuviéramos en la cafetería del colegio con otros estudiantes alrededor.

Paulo – Ya está hecho – Dijo sin más – acéptalo como pago por el golpe del otro día.

Lo miré sin saber que decir, ¿Paulo estaba coqueteando conmigo? ¿Coqueteando con Eduardo? ¿Con cualquiera de los dos, o quizás, con los dos al mismo tiempo? Noté como se acercaba la señora con el cambio, me enderecé bajando el brazo de la barra, soltándome así también del agarre de Paulo, quién rió un poco al ver esto.

Román – Gracias entonces – Solté finalmente –

Paulo – Cuando quieras.

Momento incómodo de nuevo. Tomé la dona, Paulo su yogur y nos dimos la vuelta alejándonos de la barra de vuelta al patio, no esperaba que fuéramos a sentarnos en el mismo banco, o a sentarnos uno en el grupo de amigos del otro, por lo que al alejarnos un poco del resto de los chicos que compraban su desayuno, me detuve y lo miré a modo de ha sido genial verte.

Román – Bueno...

Paulo – Bueno... - Imitó mi tono de voz con una risita – Ya nos veremos por allí.

Román – Seguro – Sonreí, desviando la mirada al patio para buscar a mis amigos –

Di un par de pasos, cuando escuché la voz de Paulo de nuevo.

Algo más que amigos (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora