Capitulo 12 (De vuelta a la rutina)

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Hola de nuevo!! Siento muchísimo no actualizar tan pronto como quisiera pero en verdad las cosas han estado complicadas por acá en los últimos días. Gracias por sus comentarios y votos, continuén haciéndolo ya que me motivan a seguir escribiendo y a mejorar en cada capitulo. En el último capitulo Roman y Diego se habían dado su primer beso, al cual Román no había reaccionado muy bien como Diego esperaba.

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Como si la situación con Eduardo no fuera ya lo suficientemente confusa, ahora aparecía Diego con esto de “Dame una oportunidad”. Para cuando mi papá regreso de la oficina esa misma noche, aun me encontraba en estado de shock: Estaba acostado boca arriba en uno de los muebles de la sala viendo al techo, no me había preocupado ni siquiera por encender las luces.

Alejandro (Mi padre) – Qué haces allí? Me asustaste – Comenzó a reír – La ladilla (aburrimiento en Venezuela) te tiene loco no?

Román – Hola Pa, bendición. Algo así –Medio sonreí y me senté en el sofá – Qué tal la oficina? (Mi padre trabajaba en una compañía de arquitectos y obras civiles, de allí que nuestra casa pareciera sacada de una revista, éste era digamos que su proyecto favorito)

Alejandro – Dios te bendiga, lo de siempre ésta vez estamos trabajando en unos edificios que se van a construir en el centro. Y Diego? Tu mamá me dijo que había venido a traerte unos apuntes.

Román – Ahh, si estaba. Pero terminamos hace un rato y ya se fue a su casa.

Alejandro – Umm está bien, pensé que se quedaba más rato. Bueno ni modo, tu mamá me llamó para decirme que va a cerrar un pelo más tarde la tienda y traje unas hamburguesas para cenar. Le había traído una también a él.

Román – Gracias Pa, muero de hambre jaja y tranquilo que eso no se pierde.

Nos sentamos ambos en la “barra” que estaba en la cocina de la casa, mi papa sólo se quito la corbata y desabotonó el cuello de su camisa antes de ponernos a atacar las hamburguesas. Me alegra decir que la relación con mis padres era genial, hablar con cualquiera de los dos era como hablar con un amigo más. Luego de comer un rato en silencio (los dos estábamos hambrientos) mi papá se levanto del banquito detrás de la barra y fue a servirnos de beber.

Alejandro – Y ya arreglaste las cosas con Eduardo?

Román – Aún no pa, ni siquiera hemos hablado después de la pelea.

Cuando mi papá volvió a sentarse en el banquito traía consigo dos vasos con refresco, tomo un sorbo, sonrió y luego me dijo.

Alejandro – Sabes cuántas veces tu tío Juan y yo nos matamos a golpes?

Mi “tío” Juan no era realmente mi tío, era un amigo de la infancia de mi padre y luego se convirtieron en compadres cuando mi papá le pidió que fuera el padrino de mi hermano mayor. Desde que recuerdo ha sido parte de nuestras vidas y mi papá lo considera un hermano, de allí que fuera nuestro tío Juan.

Román – Un montón de veces?

Alejandro – Si, un montón. Algunas veces por cosas que merecían la pena, muchas otras la mayoría de hecho, por cosas que no tenían importancia. Lo que quiero decirte es que si realmente su amistad es de las que valen la pena encontrarán la manera de resolver las cosas. Y – tomo otro sorbo – yo creo que la de ustedes lo vale.

Sonreí y tomé un trago de mi refresco. Mi papá tenía razón, a pesar de la pelea y de todo lo que había pasado antes no me imaginaba mi vida sin hablar más con Eduardo o sin ser al menos amigos.

Román – Yo también lo creo Pa. Estos días de encierro me han dado tiempo de pensar las cosas. Ya veremos…  

Terminamos de comer, hablando prácticamente de cualquier cosa. Al rato llegó mi mamá y se sentó un rato con nosotros a comer y hablar hasta que llego la hora de acostarnos.

Finalmente pasaron los días restantes de mi suspensión. Ese lunes en la mañana antes de salir de casa me sentía tanto aliviado ya que estando en libertad podría ver la luz de nuevo (sé que exagero xD pero así me sentía) como ansioso: No sólo vería a Eduardo al que aún no tenía ni idea de que le diría o como nos trataríamos, si no que me encontraría también con Diego. Siendo lo más honesto posible, no había podido dejar de pensar en aquel beso, se sintió bien, demasiado bien de hecho y era lo que me descolocaba un poco. Me monté en el carro y salí camino al colegio.

Llegué cuando faltaba un cuarto para las 7 de la mañana, estacioné y a penas bajarme del carro fue directo y sin anestesia: Allí estaba Eduardo sentado sólo en uno de los banquitos cerca de la entrada lo cuál era extraño, la mayoría de los estudiantes esperábamos la campana en el patio que quedaba en la parte trasera del colegio y no allí en la entrada. Iba a ser imposible que pasara al patio sin encontrármelo de frente así que comencé a caminar tratando de disimular los nervios que sentía.

Cuando Eduardo me vio acercarme se acomodó en el banquito, sentándose derecho y medio sonrió.

Eduardo – Hey…

Román – Hey.

…….. (Un momento de silencio incómodo)…………….

Román – Y eso que estás aquí y no allá atrás?

Eduardo – llegué más temprano de lo que pensaba, la verdad no tengo ánimos de estar contestando preguntas necias.

Román – Entiendo, bueno en algún momento tocará hacerlo. Lo mejor es hacernos los locos y ya.

Eduardo – Si, tienes razón.

Bueno basta de experimentos, había ido bastante bien hasta ahora así que no quería tensar más la cuerda.

Román – Nos vemos en el salón entonces. – sonreí y antes de que contestara comencé a caminar al patio –

Llegar al patio también fue como suponía, un mar de murmureos a medida que pasaba por los grupos salvo con una agradable sorpresa, Diego que me había visto llegar tenía una gran sonrisa a medida que se acercaba a mí.

Me esperaba una bienvenida más contenida jaja pero eso no era característico de Diego, al tenerme cerca me dio un abrazo tan fuerte que me estampó la cara en su pecho ya que él media unos 20 cm más que yo.

Diego – Hasta que llegaste! Cómo estás?

Román – Jeje bien y tú? Y Eso por acá tan temprano?

Nos separamos del abrazo y quedamos frente a frente.

Diego – La gente cambia jaja. Hueles bien – Sonrió –

Román – Gracias –me sentí un poco avergonzado y nervioso – Tú también. – En verdad lo hacía, tenía una colonia que aunque era común, mezclada con su esencia lo hacía oler muy bien.

Diego no dejaba de sonreír ni de apartarme la mirada

Diego – Román sobre el otro día…

….. Román mi amor!!! Andy venía corriendo hacia donde estábamos nosotros….

Sólo sonreí y me encogí de hombros viendo a Diego.

Román – Ya hablaremos de eso, si lo he pensado tranquilo.

Diego solo suspiro sin dejar de sonreir.

Diego - Eso me basta, para seguir esperando jeje

------------------- Tan TAN!! ------------------- Continuará jeje ----------------------------------------------------------

Algo más que amigos (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora