Capitulo cuatro

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Keyra Lombardi

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Keyra Lombardi

Dicen que cuando guardas lo que sientes tu cuerpo empieza a hablar por ti, he callado y guardado muchas cosas, he sido testigo de la humillación, de la traición, y del menosprecio.

Me he castigado, y me he dejado de lado.

Cuando nadie te enseña a ponerte primero, es difícil hacerlo.

Cuando nadie te da el cariño que mereces te conformas con el que te dan.

Y el cariño que recibí fue un asco.

Tanto que me empecé a dar asco yo misma.

Por no irme, porque para las personas es fácil decirlo, claro hasta que lo vives.

Viví el infierno en carne propia, y no quiero volver a sentirlo, a quemarme, a arder por alguien que no lo merece, que me arrastro con él, y me dejo a la deriva.

Escucho como alguien habla, pero no puedo verlo

—Persona descompensada fuera de edificio

—¿Estará bien? —Pregunta alguien

—Llamen al señor Lombardi.

—Keyra...

Siento como mi cuerpo es movido, quisiera moverme, dar una señal, algo... pero me es en vano.

Vuelvo a irme por completo y ya no se más nada...

Abro los ojos y la luz me deja media ciega, me siento la cama completamente desorientada, lo primero que veo es a Arche sentado a mi lado, me muevo incomoda llamando su atención

—Dios mío pequeña me has dado el susto de mi vida —Expresa preocupado acariciando mi cabello— Te voy a preguntar algo, y me tienes que contestar con la verdad.

Trago saliva lentamente

—¿Te has estado alimentado bien? —Atemorizado por la respuesta cierra los ojos, porque ya la sabe, lo tiene claro— Joder, joder.

—Lo siento, de verdad.

—No quiero sonar como un mal hermano Keyra, eres mi única hermana y perderte a ti seria perderlo todo, por favor entiende, ¿sí? Se que mamá te metió muchas mierdas en la cabeza, pero tú no eres ninguna de esas cosas.

—Lo soy, soy un desastre —Restriego mi cara enfadada por darle preocupaciones— Si fuera buena persona, no estarías aquí cuidándome.

—Te cuido porque te amo —Se para hastiado empuñando las manos— La única culpable es mamá por meterte cada una de esas basuras en la cabeza, luche por sacarte de esa casa, y luchare para que estes a salvo y lejos de ella.

—No la culpes, pude haber hecho las cosas mejor.

—¡Basta! —Dice entre dientes— Basta, ella es el problema, entiende por el amor de Dios.

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