Capitulo siete

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Keyra Lombardi

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Keyra Lombardi

02 de junio del 2018

Llegué al edificio de la universidad y el ambiente familiar de las clases y los proyectos de diseño me brindó un poco de calma. Entré al salón y me ubiqué en mi lugar habitual, intentando sumergirme en los planos que tenía que terminar. Me repetí a mí misma que lo más importante en ese momento era concentrarme en mi futuro, en mi carrera. Pero justo cuando estaba revisando unos bocetos, me encontré dibujando algo sin querer: una figura alta, con el cabello corto y un porte inconfundible. Zairo.

—¡Concéntrate, Keyra! —murmuré para mí misma, arrancando el papel y arrugándolo entre mis manos.

Sin embargo, era inútil. Sabía que no podría escapar de este tema por mucho tiempo. Tendría que enfrentarlo, tanto a él como a lo que su regreso significaba. Pero la pregunta era: ¿cómo? Sabía que eventualmente lo vería, aunque no tenía idea de cómo reaccionaría cuando eso sucediera. La última vez que lo vi, estábamos rompiendo, y ahora, después de meses de distancia, volvía. Y yo no sabía si estaba lista para lidiar con eso.

La clase pasó en un abrir y cerrar de ojos. Mis compañeros hablaban entre ellos sobre proyectos y entregas, pero yo apenas les prestaba atención. Mi mente estaba en otro lugar. Cuando finalmente salí del salón, el aire frío del invierno me tocó en la cara, despejando un poco la niebla mental que llevaba todo el día.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué y vi que era un mensaje de Alex:

"¿Cómo estás? ¿Estás bien después de lo de hace días?"

Suspiré al leerlo. Alex siempre estaba ahí, como mediador en nuestras discusiones, el que trataba de evitar que las cosas se salieran de control. Apreciaba su esfuerzo, pero en ese momento no tenía ganas de hablar de lo sucedido.

Le respondí con un rápido:

"Estoy bien. Hablamos después."

Me guardé el teléfono y me quedé parado un momento en la entrada de la facultad, observando cómo los estudiantes caminaban de un lado a otro. Todo parecía tan normal, como si el mundo seguía adelante mientras yo estaba atrapado en mis pensamientos. Decidí que no podía dejar que Zairo controlara mi día. Necesitaba encontrar un equilibrio entre lo que sentía y lo que realmente debía hacer.

El café ya se había enfriado cuando decidió salir de la cafetería. Mi mente seguía agitada después de recibir el mensaje de Zairo. Todavía no sabía cómo sentirme al respecto, pero al menos había respondido. Ahora solo quedaba enfrentar lo que vendría después.

Durante el receso entre clases, decidí tomar un poco de aire fresco. El patio de la universidad estaba cubierto de nieve, y algunos estudiantes caminaban apresuradamente, intentando no resbalarse. Mientras caminaba sin rumbo fijo, escuché una voz familiar llamando mi nombre desde atrás.

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