Capitulo ocho

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Keyra Lombardi

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Keyra Lombardi

07 de junio del 2018

Había algo especial en las mañanas de junio. El aire comenzaba a templarse, como si la ciudad se preparara para el abrazo del verano que estaba a punto de llegar. Aunque mi vida se movía en un ritmo frenético en la empresa de moda, estos primeros días del mes siempre traían una especie de calma, una pausa antes de que todo se acelerara nuevamente.

Estaba sentada en mi oficina, disfrutando de un raro momento de tranquilidad. Mi libro favorito descansaba en mis manos: "El guardián entre el centeno". Había leído esta novela incontables veces, pero cada vez encontraba algo nuevo que me atrapaba. Era mi escape del mundo laboral y, en días como hoy, lo necesitaba más que nunca.

La luz del sol entraba suavemente por las ventanas, iluminando mi escritorio lleno de papeles y bocetos. Había terminado un proyecto importante la semana pasada, y por primera vez en meses, me permitía una pausa. Mientras leía, me permitía olvidar por un momento las complejidades de mi vida personal y profesional.

—Keyra.

Levanté la vista del libro al escuchar una voz familiar. Adrien, estaba de pie en la puerta.

—¿Qué pasa, Adrien? —pregunté, dejando el libro a un lado y frotando mis ojos, como si el cansancio del trabajo y la vida estuvieran empezando a pasar factura.

—Tenemos una reunión en diez minutos —dijo con voz firme, pero había algo en su tono que me pareció extraño, como si estuviera preocupado por algo.

—No tenía nada en mi calendario. ¿Qué reunión es? —pregunté, intrigada. Adrien siempre había sido transparente conmigo en lo relacionado al trabajo, así que cualquier reunión inesperada me hacía levantar la guardia.

—Es una presentación especial. Va a haber algunos cambios en la estructura del departamento —explicó, sin ofrecer muchos detalles. Su rostro, sin embargo, parecía más tenso de lo usual. Había algo que no me estaba diciendo, y no pude evitar sentir un nudo en el estómago.

Asentí lentamente, sin quitarle los ojos de encima. Mi relación con Adrien había evolucionado en los últimos años. De ser mi exsuegro, se había convertido en mi jefe y, aunque el tiempo había curado algunas heridas, la incomodidad siempre estaba presente. Especialmente cuando hablábamos de Zairo, su hijo. El hombre que había sido mi gran amor, y también la mayor decepción de mi vida.

Me levanté y alisé mi vestido blanco sencillo, uno de esos que había elegido porque me hacía sentir profesional y confiada. Sin embargo, ahora sentía que necesitaba algo más que un buen atuendo para enfrentar lo que fuera que viniera.

—Vamos —dijo Adrien, haciendo un gesto para que lo siguiera.

Caminamos por el pasillo hacia la sala de conferencias, donde todo el equipo ya se estaba reuniendo. El ambiente estaba cargado de una energía extraña, como si todos supieran algo que yo no. Mi mente se llenaba de preguntas. ¿Qué cambio importante podía estar ocurriendo? ¿Por qué Adrien estaba tan callado?

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