Capitulo veintiseis

845 66 8
                                    

Keyra Lombardi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Keyra Lombardi

Parte II

Me encontraba en sus brazos, más cerca de lo que había estado antes, y mi respiración se aceleraba mientras la sensación de su calor envolvía todo mi ser. No podía pensar con claridad, no quería pensar, solo quería sentir. Quería que este momento se alargara, que nunca terminara. Zairo me tenía, de alguna forma, en sus manos, y no me importaba.

Pero, de repente, y sin previo aviso, él me dio vuelta con un movimiento firme y decidido, como si ya no quisiera más espacio entre nosotros. Fue un giro tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de reaccionar, pero me encontré mirándolo fijamente.

Mis ojos se encontraron con los suyos, y por un segundo, sentí que todo lo demás desaparecía. No había nadie más en la sala. No había voces, no había ruido. Solo él y yo. Solo lo que nos rodeaba en este instante.

La intensidad de su mirada me dejó sin aliento, y antes de que pudiera decir algo, sus labios se estrellaron contra los míos con tal fuerza que un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo. Fue un beso lleno de pasión y determinación, una fuerza bruta que me dejó sin respiro. Sus manos viajaron hacia mi rostro, mientras él me mantenía atrapada, como si no pudiera dejarme ir, como si no quisiera que nada ni nadie interfiriera.

El primer beso fue fuerte, casi desesperado, como si ambos estuviéramos esperando este momento desde siempre, como si todo lo que habíamos pasado nos hubiera llevado a este instante. Su boca se movía contra la mía con un ritmo impetuoso, pero al mismo tiempo, cada gesto, cada caricia, era tan deliberado, tan lleno de deseo, que me sentí atrapada en un torbellino de sensaciones.

Mis manos, sin pensarlo, se levantaron y lo rodearon por el cuello, acercándolo aún más, buscando perderme en él, en su calor, en el abrazo de su cuerpo. Sus manos viajaron hasta mi cintura, levantándome un poco, pegándome más a su cuerpo, como si necesitara sentirme completamente cerca de él. Podía sentir su respiración entrecortada contra mis labios, y esa simple sensación me hizo perder la noción del tiempo.

Zairo no se detenía, sus besos se volvieron más urgentes, como si su cuerpo estuviera reaccionando al mío de una forma instintiva. Los dedos de una de sus manos comenzaron a deslizarse hacia mi espalda, buscando la cremallera de mi vestido, mientras sus labios no dejaban de explorar cada rincón de mi boca. El contacto de su lengua con la mía me encendió por completo, haciendo que mi cuerpo reaccionara de manera inmediata. Era como si el aire entre nosotros se volviera eléctrico, y cada roce, cada beso, fuera una descarga.

Él me levantó un poco más, y yo, sin poder resistirme, lo dejé hacer, mis manos bajando por su pecho, sintiendo la firmeza de su cuerpo bajo mis dedos. El mundo exterior no importaba. Solo existíamos nosotros, y todo lo que quería era perderme en ese momento.

—No quiero que te vayas... —dijo Zairo entre besos, con la voz más baja y rasposa que nunca había escuchado, como si fuera una confesión que salía directamente de su alma.

IndelebleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora