Capitulo seis

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Me quede quieta en mi lugar, si no me muevo no me ve, si no me muevo no me ve, me repito por varias en mi mente

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Me quede quieta en mi lugar, si no me muevo no me ve, si no me muevo no me ve, me repito por varias en mi mente. Mi corazón me latia demasiado rápido, como si quisiera salir de mi pecho, ¿Cómo era capaz de latir así por alguien que nos rompió? Mis piernas parecían gelatina, sentía que en cualquier momento caería.

Lo vi caminar hacia a mi seguro de su mismo, sin mirar atrás, sin mirar a aquella persona que le hablo.

No podía quedarme aquí.

Di media vuelta y me perdí entre la multitud. Choque con algunas personas, a quienes les susurre un lo siento, sin levantar la mirada.

Me niego a creer que él haya vuelto, no puede ser posible. Mi mundo está de cabeza, mi mente hecha un desastre, intentando procesar lo que acaba de suceder. Maldición. Cerré la puerta del baño con fuerza y me sentí más segura en cuanto le puse el seguro. Me apoyé en la pared, pasé las manos por mi rostro con frustración. Por lo menos el delineador no se quitaba con cada roce de mis dedos.

"Inhala. Exhala. Vamos, Keyra, son dos cosas simples, tú puedes", me repetí.

—Vas a estar bien, ¿sí? —me hablé al espejo—. Como lo has estado todos estos años. ¿Bueno? El que él haya vuelto no cambia nada. Absolutamente nada.

O eso creo

Mis manos temblaban al intentar abrir la puerta, pero no podía dejarme vencer. Vamos, Keyra. Solo es una persona. Una persona que no había podido olvidar en todos estos años. Alguien a quien seguía queriendo a ojos cerrados, aunque se suponía que no iba a volver jamás. Mi mente ya estaba... bueno, no, no la había aceptado. ¿A quién engaño? Ni siquiera lo intenté.

El aire pesado del baño parecía ahogarme. Mi corazón seguía latiendo con fuerza, una mezcla de furia y miedo que apenas podía controlar. De repente, un sonido me arrancó del torbellino de pensamientos: el teléfono vibraba en mi bolso. Lo saqué con manos temblorosas y vi el nombre en la pantalla: Enya.

No ahora.

No podía hablar con ella, no ahora que sentía que estaba al borde de un colapso. Sabía que, si escuchaba su voz, todo se derrumbaría. Dejé que el teléfono sonara hasta que se detuvo. Un segundo de silencio. Otro latido furioso. El teléfono vibró de nuevo. Esta vez era Axel.

El teléfono dejó de vibrar, y el eco del silencio resonó en el baño. Entonces, una nueva llamada. Esta vez, el nombre de mi hermano apareció en la pantalla. Mi estómago se hundió. ¡Maldición!

Cuando logré salir, el pasillo estaba vacío, pero el aire seguía pesado, casi insoportable. Caminé de vuelta al salón, sintiendo cómo mi corazón se iba apagando con cada paso. Por fuera, aparentaba estar tranquila, pero por dentro... por dentro me estaba desmoronando.

Al ver a su familia junto a la mía, una imagen que había enterrado en el pasado volvió a la superficie, arrancándome el aire. Parecían felices, sonriendo como si nada hubiera cambiado. Y allí estaba yo, fingiendo una sonrisa que no llegaba a mis ojos, luchando por no romperme frente a todos.

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