Inseguridad

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Dimitri

-Ya cálmate- dije al verla inquieta, estábamos frente a la puerta de la casa de la señora Hunson, eran las 6 de la tarde y hace unos minutos había tocado el timbre, ella estaba nerviosa acomodándose la ropa, a diferencia mía que simplemente estaba tranquilo.

-Para ti es fácil, has estado en la casa de Balery y ya sabes cómo tratar a los adultos-dijo algo fastidiada, sonreí.

-Los adultos no son tan diferentes de nosotros-dije inclinándome a su altura para mirarla a los ojos-cuando crezcas lo entenderás-

-¿Cuando crezca?-dijo ofendida frunciendo el ceño, en ese instante la puerta se abrió y me incorporé con mi mejor sonrisa, la señora Hunson al vernos sonrió paseando su mirada a cada uno mientras la emoción en sus ojos incrementaba.

-¡Me alegra tanto tenerlos aquí!¡Pasen, justo estaba preparando la mesa!-exclamó haciéndose a un lado en el camino, al ingresar el calor nos reconfortó a diferencia de afuera que estaba helando, pues el invierno ya se acercaba, el ambiente era acogedor en la sala había una chimenea,la iluminación era ámbar y el suelo tenía una hermosa alfombra en tonos rojizos, Zoe se quitó el abrigo quedando solo con su vestido color azul cobalto, traté de disimular mi asombro al verla, era corto de tiras delicadas y suelto, se balanceaba sobre sus muslos al caminar y de no ser por las panties juro que un par de dedos más y se le veía el trasero de no ser porque estábamos aquí la habría mandado a cambiar pero lastimosamente cuando salimos de casa estaba cubierta por ese abrigo largo y negro e iba a juego con los botines
-¡Pero que muchachita más linda!-dijo la señora Hunson recibiendole el abrigo y colgandolo sobre él perchero que estaba en una esquina-Sientense en la mesa por favor-pidió señalando el enorme comedor, a diferencia de nuestra casa esta parecía más elegante y sofisticada, me senté al lado de Zoe quién al sentarse tuvo que bajar un poco su vestido ya que se elevaba sobre sus muslos, no lo pude evitar y deslicé mi mano por debajo tocando esa suave piel debajo de las medias, nerviosa y con el rostro completamente rojo retiró mi mano de un manotazo, comencé a reír por su reacción. Me acerqué a darle un beso en la mejilla dejándola totalmente paralizada de los nervios.

-Ni deberia..-dijo y un ligero jadeo se le escapó al notar mi mano otra vez sobre su muslo, tapó al instante sus labios para evitar gritar de la sorpresa.

-shhh, es para que te relajes-susurré en su oído mientras comenzaba a dibujar círculos sobre su muslo-estas muy tensa-

-No es correcto-dijo con dificultad reprimiendo un jadeo mientras se tapaba el rostro avergonzada, decidí no torturarla más y me alejé, pero detuvo mi mano y la entrelazó con la suya, miré su rostro y estaba sonrojada mirando hacia abajo. Una imagen muy adorable que me incitaba a besarla, ajusté mi agarre dándole mayor seguridad para que estuviera cómoda.

-¡Vaya! Que pronto nos reencontramos-esa voz, Zoe y yo volteamos y juro que ví al mismísimo diablo...era Ash, estaba de pie a unos metros de nosotros con una sonrisa muy radiante, su cabello castaño estaba atado en una cola de caballo y le llegaba hasta la cintura, tenía un vestido ajustado de ojuelas dorado y tacones con las correas largas cruzadas sobre sus piernas, me miraba pícara con una sonrisa traviesa como signo de complicidad, pasé saliva nervioso. Estaba muerto.

Zoe

Nunca en mi vida había visto a una chica tan hermosa, su cintura era muy fina, caderas anchas y senos pequeños pero redondos y firmes, ese vestido la hacía ver como una muñeca, sus piernas estaban marcadas producto de su labor como gimnasta, su cuello esbelto y largo resaltaba con esa simple y delicada cadena dorada y sus aretes de aros dorados, en este instante lamentaba no haberme dedicado a ningún deporte en toda mi vida.

-Vaya, parece que los dejé impactados-dijo con una sonrisa tan confiada y segura de si misma, es que hasta la manera en que se paraba la hacía ver como una super modelo, colocó sus ambas manos sobre las caderas y se inclinó hacia adelante-¿Hola?- dijo riendo-esta actitud la esperaba de Zoe pero ¿Tú Dimitri?- sus dientes blancos eran perfectos, dejó de reír y le dedicó una mirada profunda con esos ojos color verde intenso mientras sus brillosos labios se curvaban en una sonrisa pícara -la última vez que te vi no parecias tan tímido- ante esto abrí los ojos y volteé a mirar a Dimitri quien parecía tener cara de espanto como si hubiera visto a un fantasma, volví a mirarla, seguía sonriendole de esa manera. Mi mano lentamente soltó la suya mientras en mi cabeza aparecían millones de preguntas y la más importante ¿Hace cuánto se habían visto? Dimitri carraspeo la garganta antes de hablar

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