Kalinda:

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Ya no evita las lágrimas y tampoco el abrazarme. Dejo que se desahogue en mi pecho y con sumo cuidado poso mi mano en su espalda. Doy suaves golpecitos en ésta mientras le alcanzo unos pañuelos que por casualidad se encuentran en una mesita cerca.
Esto es...raro. Ha pasado media hora y no ha dejado de llorar en ningún momento. Hasta parece que ahora lo hace con más intensidad. Empiezo a preocuparme.
No lo creo. Una hora entera derramando lágrimas. Tuve que dejar su cabeza descansando en el sofá ya que ha empapado mi remera. Aunque al parecer no se ha dado cuenta.
¡Al demonio! Llamaré a su hermano. Él debe saber que hacer, ¿cierto? Espero que sí.
Revuelvo su bolso en busca de su celular y al encontrarlo rápidamente abro la agenda. El número de su hermano es uno de los primeros por lo que no hago esperar el llamado.
No quiero hablar con él pero me preocupa más Irene en estos momentos.
Contesta al tercer timbre.

La puerta suena como si fuesen a derribarla. Me apresuro en ir hasta ésta y la abro antes de quedarme sin ella. Rápidamente diviso a Declan y le señalo la sala, que es donde se encuentra Irene; todavía llorando. Otro chico aparece detrás de él. El mismo de la comisaría. Se lo ve preocupado y al pasar por mi lado me dedica una pequeña sonrisa. Pienso que debe tratarse del famoso Cedric. Escucho a Declan hablarle a su hermana. Parece querer animarla y hacerla entrar en razón. Intenta de alguna forma u otra detener las lágrimas que parecen no tener fin. Cedric se mantiene al margen pero también quiere ayudar. En un momento, no sé porque en verdad, saco a Declan de la sala dejando a Irene y Cedric a solas. Una parte de mi cree que eso puedo servir para que su hermana abandone las lágrimas y sucumba al dialogo. O tal vez las dos cosas. No me importa con tal de que haga algo más aparte de llorar.
- ¿Qué haces? -Declan sostiene mis hombros con fuerza y sé que no puedo hacer fundir el pánico. Aunque ganas me sobran. Lo hago callar cuando noto que quiere discutir.
En la sala no se oye nada. Y con eso me refiero a que tampoco se escuchan sollozos. Una buena señal. Me acerco a la puerta con Declan pisándome los talones y doy un vistazo al interior. Irene descansa su cabeza sobre el hombro de Cedric y éste parece estar recitándole palabras al oído. La escena en si me causa mucha ternura y no puedo evitar sonreír. Mas mi sonrisa desaparece de inmediato y se transforma en una mueca de dolor. Declan me ha dado un buen golpe en la cabeza.
Levanto la vista para observarlo y me encuentro de lleno con su mirada. Su rostro está demasiado cerca y de no ser porque he bajado la mirada a mis manos, no hubiese tenido problemas en distinguir el color de sus ojos. Retrocedo nerviosa y vuelvo a prestar atención a la escena de los jóvenes en la sala. Al parecer son ellos quienes están pendientes de nosotros.
Me alegra y al mismo tiempo incomoda la sonrisa de Irene. No quiero saber lo que anda rondando por esa cabecita suya.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora