La chaqueta de Declan, el misterio de aquella voz en su sótano, nuestro encuentro hace unas pocas horas (el cual resultó incómodo), y otras cuestiones hacen que piense en él.
Ya me he llevado varios insultos de mi madre por andar más distraída de lo normal. Y golpes, pero de mi hermano y sin motivo.
Hoy a la salida de la escuela iba con Grecia hacia su casa y en el camino a ella se le ocurrió pasar a comprar un chocolate. Paramos en un quiosco cercano y cuando iba a entrar choco con alguien que salía.
Declan estaba acompañado de sus amigos, sin embargo, al verme se olvidó de ellos y estuvimos hablando por un buen rato. Hasta que a alguien se le ocurrió preguntar si éramos novios, y agregar después la linda pareja que hacemos.
Sentí, en ese instante, mis mejillas acaloradas y que el aire faltaba. De pronto, nos encontramos sumidos en un incómodo silencio y, por eso mismo, nos despedimos torpemente y cada quien siguió su camino.
Grecia me molestó durante toda la tarde por el encuentro con Declan. Quiso saber quien era él, que hacía de su vida, hace cuanto nos conocíamos, y demás.
Fue como estar en un interrogatorio, uno del que no podía escapar. Para colmo, luego aparecieron Celeste y Ari para crear más bullicio inundando la habitación de gritos y preguntas insistentes.
ESTÁS LEYENDO
La chica común y el boxeador imponente.
Roman d'amourElla tiene dieciséis años. Él tiene veinte. Ella jamás se ha metido en problemas. Él vive para eso. Ella se asusta con mucha facilidad. Él piensa que eso es patético. Ella no quiere enamorarse. Él desconoce ese sentimiento. Kalinda necesita a...
