Kalinda:

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Durante la cena, en donde Irene nos compartió sus reflexiones sobre la vida, Cedric nos contó sus chistes sobre los hospitales y las enfermeras, y Declan protestó varias veces que le dolía el hombro y otras partes de su cuerpo, mientras ellos estaban activos yo me quedé en una especie de trance. Callada, los observaba y contemplaba todo a mí alrededor. Los objetos que antes me resultaban tan ajenos en esta casa ahora se convirtieron en cosas muy familiares, las personas que tenía en frente, si tenemos en cuenta cómo fue que los conocí a cada uno de ellos, la primera impresión que tuve de cada uno... es alucinante como nos encontramos ahora. Unidos, a pesar de ser tan diferentes. Estoy en condiciones de afirmar que cada uno tiene una parte del otro. De aquí en más, no importa lo que suceda, no interesa si nos alejamos o si la relación entre nosotros se arruina, siempre estaremos presentes en la vida del otro, para bien o para mal, nos recordaremos y añoraremos los mejores recuerdos juntos. De eso no me cabe duda.
― Oye... ―Declan me envuelve con sus brazos y me atrae más hacia su pecho. Es lindo estar así, tranquilos descansando en la cama. La verdad es que después de cenar me dio sueño pero no quiero dormir aún porque tengo la sensación de que algo va a suceder. Siento un poco de nervios―. Kalinda. ―pasa su mano frente a mis ojos y me obliga a volver a la realidad.
¿Una no puede perderse en sus pensamientos sin que la interrumpan?
― ¿Qué sucede? ―pregunto queriendo evitar un bostezo, fui muy lenta, ya se me escapó.
― A pesar de todo... ¿sigues queriéndome como el primer día? ―interroga en un tono muy suave y hasta diría dulce, pocas veces lo he oído así.
―El primer día tenía un miedo terrible y me hiciste sentir incomoda, así que lamento informarte que la respuesta es no. Ni siquiera te quería. ―digo risueña, sé que no se refiere a eso precisamente.
― Kalinda. ―no necesito voltear para saber que su expresión ha cambiado a una seria, lo conozco tanto―. Me refiero al momento en que supiste que me querías, ese primer día.
― Te expresaste mal, tonto. ―dadas las circunstancias no debería molestarlo demasiado, mas se me hace difícil, lo juro. Me encanta hacerlo enfadar. A veces.
― Discúlpame, señorita "correcta". ―pone sus manos frente a mí para que vea las comillas al nombrar la última palabra. Las agarro a ambas y las beso antes de que las deje de nuevo sobre mi vientre. Siento su respiración sobre mi cuello, sólo volteo un poco para mirarlo de reojo y le doy un rápido beso en la punta de la nariz antes de regresar la vista al frente.
― Disculpado, joven incorrecto.
― No hiciste comillas. ―protesta.
― No fue sarcasmo. ―sonrío.
― Hablo en serio, Kalinda.
― Me corrijo entonces, si fue sarcasmo. ―comento separándome de él, me giro para poder mirarlo mejor y noto por su expresión que algo le preocupa.
― Eso no, mujer. ―rueda los ojos pero me sonríe... una sonrisa melancólica―. Estoy roto, Kalinda, y todos los pedazos que tengo sueltos lastiman a las personas que más me importan. ¿Y sabes qué? Me siento horrible. Inconscientemente hiero a los demás porque son tantos los pedazos dañados y desparramados por ahí que no puedo controlarlos a todos. Cuando creo por fin tenerlos asegurados siempre hay uno que causa daño... y entonces me siento la persona más mierda del mundo.
― Declan... ¿quieres volver a ser el chico de antes, aquel que no estaba roto? ―pregunto en un susurro, acariciando su mejilla y sonriéndole con una ternura infinita que él me provoca.
― Sí, eso mismo quiero. ―responde cerrando los ojos ante mi tacto.
― Pero no puedes. ―soy directa y me encuentro de nuevo con su penetrante mirada―. ¿Sabes que es lo peor de estar roto? No arreglarse. Nunca volverás a ser el mismo de antes, miles de acontecimientos han transcurrido entre lo que eras y lo que eres. Sin embargo, puedes ser mejor. Lo peor que puedes hacer cuando estas roto es no intentar reconstruirte, sabes que no podrás ser igual y es que no se trata de eso, se trata de ser alguien completamente diferente. Más fuerte, más valiente, más inteligente... es alcanzar otro nivel de tu persona, es evolucionar, corazón. Reunir todos tus pedazos y hacerlos encajar de la manera más conveniente que creas, de una forma que te ayuden a ser la persona que quieres ser. La decisión de cambiar está en vos, puedes hacerlo solo o con ayuda, como quieras, pero tú debes dar el primer paso. ¿Sabes? El arte también es destrucción, a veces, para crear algo hermoso, otra cosa tiene que romperse. Y ese, cariño, estoy segura de que es tu caso. Convierte a la unión de todos tus pedazos rotos, en la más grandiosa obra de arte.
Declan no habla, me observa sorprendido con los ojos cristalizados y lo único que atina a hacer es abrazarme, muy fuerte. Me fundo en ese abrazo que ambos necesitamos y entonces empiezo a oír sus sollozos, la garganta se me seca de repente y me siento débil. No quiero que llore. Trato de calmarme para hablar pero mientras lo intento sus sollozos se hacen cada vez más fuertes y eso me desespera, rápidamente y sin pensarlo mucho digo:
― Respondiendo a tu pregunta... te quiero muchísimo más que el primer día.
Su agarre se va desprendiendo de a poco y cuando observo su rostro lo adorna una bella sonrisa, la cual no tardo en besar. 


La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora