Kalinda:

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- Diablos, Kalinda. -dice enojado, y no se porqué.
¡Él fue quien me besó! A propósito, ¿por qué de nuevo...?
- No te molestes conmigo. -murmuro observando como descansa su cabeza en mi hombro. Es raro, tengo ganas insanas de abrazarlo y no soltarlo.
- No es contigo. -se recompone y nuestras miradas se encuentran- Yo soy el problema.
- Eh... Declan. -me aparto necesitada de mi propio espacio- ¿Por qué estás aquí y cuál fue la razón para besarme? -quiero, realmente, saber.
- Quería verte. -dice sumamente serio- Y te besé porque quería comprobar algo.
¡Waw, waw, waw! ¡Esperen un segundo! ¿¡Qué ha dicho!? ¿He escuchado bien, cierto? ¿Qué está sucediendo?
- ¿Comprobar qué? -es lo que, por momento, más me inquieta.
- ¿Cómo sabes si estas... enamorado? -contesta una pregunta con otra.
Eh. ¿Disculpa? ¿De qué diablos me perdí? ¿Este es el mismo Declan que conocí hace semanas atrás?
- No tengo idea. -confieso, pensé en no responder pero quiero ver a donde se dirige esto.
- ¿Nunca lo has estado?
- ¿Te refieres a enamorada? Si... una vez. Aunque no lo recuerdo mucho. Fue hace tiempo.
- ¿Qué sucedió?
No sabría decir cuando llegamos a la cocina, en que instante me serví jugo, o le ofrecí a él.
- Me rechazó. -le resto importancia. Ya es un tema del pasado- ¿Acaso quieres saber si te has enamorado?
Es impresionante, y una locura, esta conversación. En cualquier momento dará un giro inesperado.
- No te apresures a sacar conclusiones. -pide en voz baja- Aún sigo pensando que eres una cobarde patética, y eso tardará en desaparecer, es solo que también creo que...
- Declan. -digo shockeada.
- Eres interesante, y puede que Cedric tenga razón al sostener que me ablando al estar contigo.
- ¿En serio? -el sarcasmo se hace inevitable.
Él sonríe. Yo bajo la mirada y tomo otro sorbo de jugo.
- Aunque no lo creas. -se encoge de hombros.
- Entonces... -veamos si he entendido- ¿No sabes lo que sientes por mi?
Jamás, por nada del mundo, imaginé esta situación. Y vaya que yo me la paso imaginando escenas dramáticas y más. Extraño. Muy extraño.
- ¿Estás sola? -esquiva mi pregunta.
- ¿Estás apenado, Declan? -no puedo evitar la risa.
- Y tu te has relajado, por lo que veo. -se acerca peligrosamente a mi. Mi sonrisa se borra- ¿Y tú?
- ¿Yo qué? -se me dificulta pensar con claridad. Más cuando él sostiene mi cintura.
- ¿Qué sientes por mi?
- Yo...

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora