Mamá quiere que la acompañe a visitar a una tía, papá necesita de mi ayuda para hacer un arreglo en casa y paralelo a todo esto mi hermano ha dicho que le he prometido llevarlo a casa de un amigo.
Si, así empezamos el día.
- Entonces, ¿qué vas a hacer? -ella se oye molesta y es ilógico, no tiene motivos para estarlo. Mujeres.
- Mhmh... -en realidad no deseo salir pero:- Iré con tu hijo. -anuncio y salgo rápido de la sala hacia mi habitación para cambiarme.Mientras Leeroy anda como si la calle le perteneciese yo cuido sus pasos y pego el grito cuando un auto se acerca. Además de eso, no para de hacer preguntas absurdas. La siguiente más descabellada que la anterior. No sé de dónde saca tal imaginación.
- ¡Oye! -levanto la vista alarmada, siento como mi corazón golpea fuerte contra mi pecho.
- ¡Leeroy, sal de la maldita calle! -grito asustada corriendo hacia él.
Lo tomo del hombro y miro por sobre su cuerpo el auto que se encuentra adelante. Esta parado y no creo que haga amagos de moverse. Maldición.
- ¿Estás loco, idiota? -le pego en la nuca- ¡Casi provocas un accidente! -es una mezcla de emociones lo que estoy experimentando.
- ¡El vehículo tiene la culpa! -dice en su defensa.
- ¡El auto circulaba por donde debía, tú no!
Mi hermano abre la boca para refutar pero un estruendo, que ha debido escucharse por todo el vecindario, nos distrae a ambos.
Leeroy voltea, yo observo por el hueco de su brazo y mis ojos se abren gigantes ante la sorpresa.
- Kalinda... -se esconde detrás de mi, lo cual es patético ya que es más alto, y susurra en mi oído:- Ayúdame, por favor. -sostiene con fuerza mi mano.
- Ehh... lo intentaré. -no estoy segura de lo que sucederá a continuación.
Ahora que lo pienso mejor, no veo a ninguno desde hace una semana. Y honestamente, encontrarme con esta persona era lo ultimo que esperaba.
- ¿Quién pagará los daños? -su tono es áspero y da miedo, no sabría descifrar si habla en serio o qué.
- Kalinda. -murmura nervioso en mi oído.
Declan sólo se concentra en mi, su mirada clavada en la mía. No puedo pronunciar palabra.
- Fue... un malentendido. -agarro la camiseta de Leeroy y lo empujo para yo poder retroceder. Esta situación me incómoda.
- Lo siento. -mi hermano levanta las manos en son de paz- Fue mi culpa... -deja de usar mi cuerpo como escudo y ahora es el suyo el que me protege.
Si tan sólo supiera que lo conozco... sin embargo, prefiero guardarme ese pequeño secreto por el momento.
- Bien. -Declan acorta la distancia y lo mira desafiante. Oh, no, no, no- ¿Qué edad tienes, pequeño? -soba su cabeza como si de un perro se tratase. Quiere provocarlo y va por buen camino.
- No me toques. -aparta su mano bruscamente y voltea-. Hemos perdido demasiado tiempo aquí. -pasa de él y esta vez camina por la acera.
ESTÁS LEYENDO
La chica común y el boxeador imponente.
RomanceElla tiene dieciséis años. Él tiene veinte. Ella jamás se ha metido en problemas. Él vive para eso. Ella se asusta con mucha facilidad. Él piensa que eso es patético. Ella no quiere enamorarse. Él desconoce ese sentimiento. Kalinda necesita a...