Kalinda:

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- Tenemos miedo porque no sabemos lo que sentimos y como consecuencia podemos destruirnos. -digo pensativa- Tal vez también por el hecho de ser todo esto nuevo para nosotros.
- Dijiste que te habías enamorado antes.
- Si, pero jamás estuve con esa persona. A lo que me refiero es que yo no se como llevar adelante una relación, tengo ideas pero muy vagas.
Declan se queda callado. Puede que pensando, o no tiene nada que decir respecto al tema. Es un mundo nuevo al cual nos estamos sumergiendo. Eso me provoca pánico, y no como otras veces en donde lo he sentido, tengo, realmente, mucho miedo de arruinar lo que pueda construir con él. Se que he dicho que no estoy segura de lo que siento, hacia donde apuntan mis sentimientos, mas tengo la certeza sobre algo y es que, lo quiero. Es posible que sea muy pronto, sin embargo, así es como suelo querer a la gente que ha demostrado que le importo.
Declan, aunque no quiera admitirlo seguido, a cambiado su forma de tratarme. Creo que todos se han dado cuenta de ese cambio en su actitud y no sólo conmigo, sino que en general.
- Lo siento. -dice sin mirarme.
Su mano sostiene con fuerza la mía, una sensación reconfortante me invade cada vez que nuestros dedos son entrelazados.
- ¿Por qué?
Nos detenemos abruptamente debido a un auto que cruza en verde y, por poco, no nos pasa por encima. Éste se detiene unos metros más adelante y va retrocediendo hasta quedar cerca de nosotros. Un muchacho, de unos veinte años mínimo, se baja del lado del copiloto y sonríe en nuestra dirección.
- Maldición. -observo asustada a Declan- Tranquila, nada malo ocurrirá. -dice utilizando su cuerpo como escudo.
¿Nada malo? Te creo, pero sin duda pasará algo.
- ¡Declan, amigo! -ambos se saludan con un choque de puños- Tiempo sin verte. -su sonrisa hipócrita no me pasa desapercibida.
- Si, bastante. -contesta malhumorado- ¿Qué haces por aquí, David?
- Despejo un poco mi mente antes de la pelea de esta noche-su mirada se dirige a mi- Veo que tú también te distraes pero, Declan, ¿no es muy pequeña para ti?
Su comentario no parece afectarme sólo a mi, no es necesario ver minuciosamente para saber que el cuerpo de Declan se encuentra tenso.
- Eso a ti no te importa.
En ningún momento a soltado mi mano, lo cual agradezco ya que la oprimo cada dos segundos para calmarme. Más cuando percibo que puede empezar una pelea. Espero que no sea así.
- Bien, bien. Si las prefieres pequeñas esta bien.
Gustos son gustos. -se inclina ante Declan y continúa: - Pero ten cuidado, me atrevo a decir que en su cabezita no cabe toda la maldad que hay en la tuya. Lo digo por si piensas transmitirla.
- Espero que te hagan mierda, David.
Con ese comentario finaliza la conversación, y también nos alejamos.
Inconscientemente dirijo la vista hacia atrás y puedo notar que al chico se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja. Si su objetivo fue hacerlo enojar, lo cumplió a la perfección.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora