Irene:

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- ¡Kalinda! -grito eufórica al distinguirla.
Ella se apresura a encontrarse con nosotros y saluda a ambos con un beso en la mejilla. Yo por mi parte la abrazo.
- ¿Cómo están? -pregunta buscando su celular ya que suena.
- Muy bien. -contesto mirándola curiosa.
¿Qué hace a estas horas aquí sola? Es muy peligroso.
- ¿Estás bien, Kalinda? -es Cedric quien habla.
El color ha abandonado su rostro y no me equivoco al decir que quiere irse.
- ¿Eh? -vuelve en si y nos observa tratando de aparentar calma- Si, si. Estoy bien. -guarda su celular- ¿Qué hacen por aquí?
- Podríamos preguntarte lo mismo. -exclamo intrigada- ¿Estás sola?
- Ahora si. -aprieta sus puños a los costados de su cuerpo- Acompañé a mi hermano a la casa de un amigo, y estaba volviendo a mi casa.
- ¿Segura que todo esta bien? -insiste Cedric.
- Si, si. Recibí un mensaje de mi madre y no es... lindo. -sonríe nerviosa- Nos vemos, chicos.
Se despide rápido de ambos y aumenta la velocidad de sus pasos a medida que se aleja.
Casi puedo decir que esta a punto de echarse a correr.
Lo que le haya dicho su madre, sin dudas, no es bueno.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora