Kalinda:

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— Esa chica. —niega con la cabeza molesto.

—Tranquilo, que no a sido nada. —comento aún divertida por la situación.

—¿Es qué no la has escuchado? Acusándome por "casi" sacar un tema inapropiado. —dice con los ojos fuera de sus órbitas. Ahora si evito la risa.

—No es como si nunca hubiese escuchado sobre "eso". —un pequeño puchero escapa de mí debido a la costumbre, no le presto atención a su mirada en mis labios—. Vamos a dormir. —pido caminando hacia las escaleras.

—¿Juntos o…? —una corriente eléctrica sube por mi espalda al tiempo que mis mejillas arden.

—¡Declan! —exclamo muy avergonzada, trago saliva y me apresuro a llegar hasta la habitación.

—¡Era broma, Kalinda! —le oigo decir, presiento que una sonrisa adorna su rostro.

El desayuno fue el momento más inquietante del día. Los tres comimos en un silencio sospechoso, según Cedric, el cual no paraba de preguntar si había sucedido algo que debía saber. Sí, algo ocurrió, pero ninguno habló de eso lo que provocó que él abandonara la cocina ofendido. Irene lo siguió y por lo tanto sólo quedamos Declan y yo. No veía la hora de irme. La conversación a mitad de la madrugada se repetía sin descanso en mi mente.
Luego del desayuno mi amiga cumplió con lo prometido a mis padres y me trajo a casa en una pieza. Antes de eso, cuando aún nos encontrábamos en su casa, Declan también dio indicios de que saldría y cuando quise preguntarle a dónde iría Irene me apuró diciendo que no podíamos retrasarnos más.
Él estaba pensativo y se había puesto a la defensiva. Nada de eso concordaba con el humor que tenía esta mañana. Algo sucedió, sin dudas. Y eso me preocupa ya que conozco como es Declan a la hora de resolver un conflicto. Raras veces recurre a las palabras, eso a quedado claro.

—Kalinda. —mi corazón late con más fuerza a causa de la repentina interrupción de mi madre—. ¿Cómo te fue? —esta mujer es un fantasma cuando así lo desea.

—Bien. —uso la misma palabra que hace dos horas—. Fue entretenido. —digo de manera neutral.

Las imágenes de lo que fue esa "pijamada", como lo llamó Irene, se alojan en mis pensamientos para poder disfrutarlas. No miento. Fue interesante y divertido, quitando algunos hechos, tal vez.
Tengo muy presente aún a aquel muchacho. Es sabido que Declan no hablará de eso aunque insista, sin embargo, la curiosidad me sobrepasa de tal forma que me da miedo hacer una locura en busca de una respuesta. No puedo cometer un error que haga que mi relación con Declan decaiga. No quiero eso. Pero tampoco quiero quedarme con la incógnita…

—En que estarás pensando. —dice utilizando un tono que pocas veces le oigo utilizar conmigo— El chico que viene cuando nosotros no estamos, ¿es el hermano de Irene? —pregunta y acusa, o al revés, mientras que yo volteo la cabeza a otro lado haciéndome la tonta.

—Sí, es su hermano. —afirmo imaginando que ha sido Leeroy quien a hablado con ella— ¿Por qué? —muy dentro de mí pido que no saque un tema del cual no me gustaría hablar; ya saben, como dijo Declan, "inapropiado". Solo que en este caso incómodo por tratarse de mi madre hablando de ello.

—Por nada, quería saber nomas. —se encoge de hombros y se marcha de la habitación dejándome nuevamente sola con mis pensamientos.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora