La compra se ha realizado con éxito. Cuando salí de la tienda parecía una niña por las expresiones que ponía al ver mi nueva adquisición para el móvil.
Algo tan simple me hacía tan feliz.
Estuve dando un par de vueltas por el lugar con tal de pasar el rato antes de volver a casa y encerrarme ahí para no volver a ver la luz del sol hasta mañana. En ocasiones creí ver a la chica de aquella vez en el cobertizo. La que dijo claramente que no pertenecía a ese mundo. Y a la que luego se le trabo la lengua tratando de buscar un porqué. Esquivo a un hombre, al cual se le ha ocurrido atarse los cordones en medio del paso, y de manera que no se explicar cómo sucedió, caigo arriba de un chico que hace apenas segundos ha tomado asiento.
— ¿Tú? —su voz me causa escalofríos y al levantar la vista para observarlo, estoy segura que el color ha abandonado mi rostro. Me alejo como si quemase y retrocedo unos cuantos pasos hasta quedar a una distancia segura de él. Quiero disculparme rápido para largarme pero las palabras no salen y el que clave sus ojos en mí no causa más que pánico. De seguro debo parecerle patética.
— Puedes huir. —señala la salida y aunque me parece tentadora no puedo irme sin más. Sin embargo, ese pensamiento cambia en un segundo cuando lo veo ponerse de pie y acercarse a mí. Entonces sí, corro como si mi vida dependiese de ello.
Soy una cobarde patética y él lo tiene muy claro.
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La chica común y el boxeador imponente.
RomanceElla tiene dieciséis años. Él tiene veinte. Ella jamás se ha metido en problemas. Él vive para eso. Ella se asusta con mucha facilidad. Él piensa que eso es patético. Ella no quiere enamorarse. Él desconoce ese sentimiento. Kalinda necesita a...