La chica común y el boxeador imponente.

Kalinda:

¿Por qué eres el último?

¿Por qué sería el primero?

¿Por qué dices cosas tan crueles?

¿Por qué habría de ser bueno?

¿Por qué te metes en problemas?

¿Por qué no me dejas en paz?

Te rehusas a cambiar, Declan.

No me rehúso, necesito ayuda, Kalinda.

No estaba feliz cuando vino. Aunque sabía que era imposible que lo estuviese luego de lo sucedido con respecto a su madre. También sabía que habría gritos de su parte, por eso agradecí que nadie se encontrará. Sólo estaba yo. Esperando una tormenta inevitable y turbulenta.
Y la tuve. ¡Vaya que sí! Declan es excelente en crear situaciones intensas, llenas de emociones y adrenalina. Sin embargo, hubiese preferido sentarnos en los peldaños de la escalera y conversar como personas civilizadas en vez de recurrir a los gritos. Más de su parte que de la mía, vale aclarar.
Se ha abierto una grieta en él difícil de cubrir e imposible de cerrar. Estaba enojado con todos y todo. En parte, lo entendía, por otra parte, no estaba segura de si sus reacciones eran las indicadas.
Me dije a mi misma que con la situación que atravesaba no podía esperarse racionalidad en sus actos. Seguí pensando en eso bastante tiempo después de que se fue. Y ahora sigo pensando.