Kalinda:

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La película de ayer trataba de una pareja, la cual desconocía la existencia del otro pero tenían un deseo en común: formar una familia.
A medida que transcurría, Irene iba relacionando algunos aspectos de esa fantasía con la realidad, hasta dijo en un punto que eso podía tranquilamente pasar en la vida de cualquier persona, no sólo era algo que inventaron para entretener al público. Cuando finalizó con esa teoría la miramos en silencio, cada quien pensando en lo suyo, y Cedric le robó un beso para agregar después: "si quieres un hijo, lo tendrás", arruinando por completo la atmósfera que se había creado con las palabras de Irene. Declan, por otra parte, solo reía y bromeaba con su amigo. Yo observaba la escena callada pero con una sonrisa en el rostro, tal vez un poco deformada por la incomodidad del momento.
¿No les pasa sentirse fuera de lugar cuando su amiga se encuentra con su novio? Y tú ahí... como una planta que no sabe que decir o hacer, y es peor cuando se ponen en plan romántico; no sabes a dónde mirar.

- Kalinda. -llama Celeste.

En una parte, casi al final de la película, Irene y Cedric desaparecieron quedando solamente Declan y yo en la habitación. Todo iba bien, prestando atención a la televisión, comiendo un poco de palomitas y eso, hasta que apareció. La escena de adultos. Fue de un momento a otro sin poder prevenirlo, los ruidos se intensificaron y yo me convertí en una estatua con color carmesí en las mejillas.

- Kalinda, te toca. -exclama impaciente Grecia.
Tiro la carta correspondiente.

No me atreví a mirar a Declan, ni siquiera quería estar en un mismo cuarto con él mientras hubiera una escena de esas en la tele. No sé, muy incómodo.

- Otra vez, Kalo. -murmura Ari.
Lanzo la ultima carta que tengo y me proclamo ganadora.

Al terminar "eso" volteé a verlo pero nadie se encontraba en el sillón. Había quedado completamente sola en la habitación. Por un lado me sentí aliviada, aunque por otro tenía ganas de escapar antes de que alguien llegara. Y, como siempre, el de allá arriba me escuchó y mandó a Declan de nuevo a la sala. Éste traía más palomitas y me tiró una gaseosa, que de no ser por mis reflejos me golpea tranquilamente en la cabeza. Por el susto del momento no pude maldecirlo.
En mi mente, claro.

- ¿Qué te pasa, Kalo? -toca mi hombro de manera insistente y agarra una carta, hace mala cara al ver cual le ha tocado.
- ¿Por qué? -pregunto aún ida.
- Estás muy pensativa. -se une Grecia a la conversación tirando su última carta y haciendo un pequeño baile al haber terminado... segunda.

Siendo honesta, no sé cuando finalizó la película o cuando volvieron a reintegrarse los novios, los cuales parecían cansados.
Por supuesto, no pregunté el por qué.
Como no tenia mi celular a mano le pedí a Declan la hora ya que era el único que lo tenía consigo. Diez y media pasada, dijo. Me sorprendí por el transcurso rápido del tiempo, se supone que debía estar en casa pronto porque al otro día asistía a la escuela.

- ¡Ves! -golpea con fuerza mi brazo. Hago una mueca de dolor- ¡Estas distraída! -acusa Celeste.
- ¿Cuál es el problema? -contesto malhumorada por el golpe. No es necesario ese trato.
- ¿Qué te esta pasando, Kalinda? -quiere saber, muy intrigada, Ari.
- Nada... -reprimo las palabras.

Declan me acompañó a casa luego de escuchar el gran discurso de Irene sobre la seguridad y como cuidar apropiadamente a una dama. Dudo que él haya oído todo lo que ha tenido para decir su hermana.
En el auto de camino a mi hogar la música electrónica de la radio sonaba de fondo.
Tal vez mi imaginación me a jugado una mala pasada pero... estoy casi segura de que el chico ha querido preguntarme algo en el trayecto. De a ratos lo veía de reojo abrir y cerrar la boca, así repetidas veces.
Nunca habló y al llegar a destino me despedí de él saliendo como relámpago del auto.

- Nos ignora de nuevo. -dramatiza Grecia.
- Zorra, habla. -exclama impaciente Ari.
- Mhmhmh... es un chico. -comenta pícara Celeste.

Al entrar a casa me apoyé en la puerta y suspiré como nunca antes. No estaba aliviada o feliz de haber llegado. Es más, la sensación de que algo se había desprendido de mi cuerpo se hizo presente en el segundo que abandoné el auto. Tengo una teoría... pero no estoy preparada para ella.

- No sucede nada. -muerdo mi labio inferior nerviosa y les dedico una mirada fugaz a todas.

La campana suena anunciando el final del receso y Grecia se despide de nosotras.
Tres módulos más y adiós.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora