Declan:

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Guardo tanto silencio como me es posible. Debí salir por la puerta cuando se dio la oportunidad y no quedarme como una estatua en mi lugar sin saber como reaccionar. He estado en peores situaciones, las cuales he enfrentado bien, y ahora sucede que no se me ocurre como salir de aquí. Quisiera golpearme por ser tan idiota.
La puerta de la habitación se abre y yo regreso a la realidad, una en la cual no se que hacer, pero mi cuerpo se relaja considerablemente cuando la veo. Ya suponía que se trataba de su cuarto.
Salgo de mi escondite y me pongo detrás de ella cerrando la puerta a lo que se gira y sus ojos se abren a más no poder. Cubro su boca evitando que un grito salga de ésta y le señalo que haga silencio.
Asiente repetidas veces como una niña a lo que sonrío. Es muy... interesante.
- ¿Creíste que me había ido? -quiero saber mientras alejo mi mano de su boca.
- Eso esperaba. -murmura nerviosa y observa con miedo detrás de mi.
Volteo y lo único que veo es la puerta. ¡Ah!... Ya entendí. Coloco el seguro y me concentro en ella.
- ¿Mejor? -le doy su espacio ya que parece que va a colapsar en cualquier momento.
- Un poco. -admite sin mirarme-. ¿Cómo saldrás de aquí? -susurra más para ella que para mi. Debe estar debatiendo sola y aunque me gustaría aportar algo no puedo ya que no se me ocurre nada.
Retrocede tres pasos y luego voltea dirigiéndose hasta un escritorio. Se sienta en la silla y apoya sus brazos en la superficie. Entonces, deja caer su cabeza.
Por un instante pienso en preguntar que hace pero descarto la idea. Sus pensamientos deben estar hechos un lío y solo trata de reorganizarse. Ha admitido tener una vida sencilla por lo que algo como esto no entraría jamás en sus planes.
No pido respuestas ante la obvia pregunta y me acerco a su cama, sin importarme me acuesto sobre ésta usando mis brazos como almohada.
Creo que aquí hay para rato.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora