Sus ojos me transmiten una paz que yo he perdido hace tiempo. Tener la oportunidad de estar al lado de una chica como Kalinda es increíble pero requiere tolerancia el aceptar al otro como es, con todo y sus defectos.
Somos opuestos y lo único que parece unirnos es el amor que sentimos mutuamente, uno que aunque a la gente le cueste creer es real.
Adoro tener a Kalinda a mi lado. Verla cabecear cuando está a punto de quedarse dormida, como sus mejillas adoptan ese rubor natural al decirle un cumplido, las expresiones que pone cuando piensa y se pierde por algunos minutos, esa obsesión que tiene con las estrellas, las maneras en que organiza sus mañanas, amo todo lo anterior y más de ella. Es una chica sencilla, común, pero que se hace querer sin ser consciente como lo más importante de este mundo. Mi mundo.
Kalinda ha logrado conquistar y ablandar el corazón de un ser humano tan dañado como yo y a pesar de no saber ni la mitad de mí me va aceptando. Aún si soy un idiota que le causa dolores de cabeza a todos, aún si peleo de manera clandestina, aún si tengo una actitud podrida en ocasiones, no parece importarle ya eso.
No huye cuando me ve, al contrario, viene corriendo a mis brazos.
No se intimida cuando me acerco, solo besa mi mejilla y me ofrece una de sus hermosas sonrisas.
Nada es como solía serlo. Las cosas han cambiado y depende de nosotros que sea para bien. Y por lo que veo, de momento es así.
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La chica común y el boxeador imponente.
RomantizmElla tiene dieciséis años. Él tiene veinte. Ella jamás se ha metido en problemas. Él vive para eso. Ella se asusta con mucha facilidad. Él piensa que eso es patético. Ella no quiere enamorarse. Él desconoce ese sentimiento. Kalinda necesita a...