Declan:

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Ha salido del sótano y es casi imposible que no lo haya visto. ¡Ay, Kalinda...!

— Deberías estar durmiendo. —inquiero tratando de controlar el volumen de mi voz.

—Tú también, Declan. —me aparta unos centímetros para ella pasar, la retengo al notar que quiere huir.

—Espera un minuto. —digo acercándome— ¿Qué has visto?

—Tal vez deberíamos hablar de esto después. —indica nerviosa deshaciendo mi agarre y mirándome por el rabillo del ojo—. Ve a dormir.

—Lo que sea que haya pasado ahí abajo, Kalinda. —vuelvo a detenerla— Nadie puede saberlo, ¿entiendes? —volteo su rostro hacia mí y nuestros ojos se encuentran.

No habla, pero por su mirada deduzco que comprende lo que he dicho. El asunto del sótano es muy delicado como para tomarlo a la ligera y no quisiera tener que enfrentarme de mala manera con ella para dejarle en claro mi preocupación.

—¿Puedo irme, Declan? —pide en un susurro que ablanda mi terco y oscuro corazón.

—Claro. —asiento dejándola libre y besando con rapidez su mejilla—. No quise ser brusco. —confieso.

—¿Qué hacen Romeo y Julieta? —exclama sarcástica una tercera voz.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora