Kalinda:

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¿Por qué nunca tengo una cámara a mano para capturar estos momentos? ¡Es increíble! Nunca los vi tan pálidos, mucho menos imaginé que podían ponerse de ese color. Por lo menos parpadean y se oye su respiración, lo cual es bueno ya que significa que no murieron y por ende no son fantasmas extremadamente blancos.
Busco a Irene y puedo ver que se encuentra tan sorprendida como yo por sus reacciones. Mantengo la mirada en ella, examinándola con detalle mientras trata de hacer reaccionar a los hombres de la casa.
¿Qué sería de mis días si Irene no me hubiera insistido en que saliéramos juntas? ¿Qué estaría haciendo yo ahora de haberla rechazado? ¿Mi vida seguiría siendo ordinaria, una rutina constante? ¿O de igual forma algo podría haber sucedido que me sacara de la monotonía? Claramente, no puedo dar una respuesta concreta a ninguna de estas preguntas ya que todo sería una suposición.
Es impresionante y a la vez satisfactorio ver como las circunstancias cambiaron. Hemos sentido miedo, incertidumbre, curiosidad, alegría, dolor... hemos experimentado nuevos sentimientos y situaciones que nos han hecho crecer.
He creado un vínculo muy especial con cada uno, y a su vez ellos han reforzado sus lazos. Eso es lo que más me emociona y enorgullece.
― Kalinda, lamento interrumpir tu momento de reflexión. ―habla Irene entre dientes tratando de mover a Cedric de su lugar. En serio se han quedado tiesos―. Necesito que me ayudes a hacerlos reaccionar. ―dice bufando a la par que se deshace de la idea de mover a su novio porque está claro que no podrá―. Si se tomaron así esta noticia, no me imagino que harán cuando les dé el dato de que son gemelos.
― ¿¡Gemelos!? ―exclamamos al unísono los tres.
Bueno... por lo menos ya reaccionaron. Quiero preguntarle de cuanto se supone que está que ni cuenta nos dimos pero me asusto al oír que algo se cayó. Dirijo rápidamente la mirada al suelo y...
― ¿Cedric? ―lo nombro dudando de que el chico que yace tirado sea él―. ¿De verdad se ha desmayado? ―pregunto incrédula.
Declan sale de su trance y se agacha al lado de su amigo, el cual será futuro padre, de gemelos... tal vez si sea mucho que procesar. Se acerca lo suficiente como para cerciorarse de que respira. No habla, mantiene esa posición durante unos 20 segundos hasta que por fin se encoge de hombros y se para. Sigue con la vista perdida en Cedric unos dos minutos, luego suspira y va al encuentro de Irene. Me derrito de amor al ver como se abrazan.
― ¡Gracias a Dios, al fin me harás tío! ―lo escucho exclamar entre risas y sonrío.
― Yo también quiero sobrinos, hermanito, y muchos. ―confiesa remarcando la última palabra con picardía.
Mi sonrisa se desvanece y noto como Declan se tensa. Ella no era así cuando la conocí... todo es culpa de Cedric, me la cambió. Vuelvo a observar al muchacho en cuestión y pienso que cuando recupere el sentido le va a doler la cabeza y demás partes del cuerpo en las que ha aterrizado.
― Irene. ―advierte serio deshaciendo el abrazo.
― No he dicho nada que tú no hayas pensado. ―se defiende ella en un tono suave y risueño.
― ¿Lo has pensado? ―me entrometo en la conversación dando un paso largo hacia ellos.
― Kalinda, por favor. ―Declan murmura avergonzado apartándose de nosotras.
― ¿Por qué te...? ―callo de repente al percibir algo inusual en su rostro―. Declan. ―lo llamo pero se niega a mirarme―. Amor. ―intento de nuevo siendo más dulce y él baja la guardia, lo cual aprovecho y me acerco rodeándolo para observarlo mejor.
― Te has convertido en un tomate dos veces en un día. ―oigo la burla de Irene sin despegar mis ojos de las mejillas de su hermano―. Todo un record.
― Te ves...―su mirada me desconcierta como las primeras veces que me topé con ella. Es tan profunda y brillante―. Pensé en un adjetivo que creo adecuado... pero lo omitiré por ahora. De momento sólo diré... te ves tan mío. ―susurro sobre sus labios las últimas cuatro palabras y él coloca sus manos en mi cintura.
― Las mejores y más ciertas cuatro palabras que te he oído decir. ―sonríe enseñándome esos perfectos dientes que tiene.
― ¿Sabes? Te quie...
― Lamento interrumpir. ―Irene se interpone en medio de nosotros lo que nos obliga a separarnos―. En serio lo siento pero soy una mujer embarazada y mi novio y futuro padre se encuentra tirado en el suelo desmayado, ¿podrían ayudarme a dejarlo en un lugar más cómodo? ―pide preocupada. Esta es la Irene a la que estoy acostumbrada, aunque no negaré que la otra también me gusta. Sólo que no lo admitiré en voz alta.
― Seguro, hermanita.
Declan revuelve el cabello de su hermana hasta volverlo la melena de un león. Ella no protesta porque sabe que lo hace en venganza por su comentario de minutos atrás.
Él se dirige a Cedric con mucha calma, al encontrarse a su lado se queda quieto unos segundos y se regresa rápidamente. Ignoro lo que va a hacer hasta que sus labios chocan con los míos. Es un beso corto, pero dulce y me contenta mucho de momento.



Estoy tan...


La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora