- Tú tienes algo que decirme. -reclama Cedric apareciendo en mi campo de visión.
- No lo creo. -dejo libre la escalera para que pase- ¿Por qué? -no puedo evitar la curiosidad.
- Te he notado menos problemático y más en las nubes. -se detiene a mitad de camino y voltea a verme- ¿Cómo está Kalinda?
- ¿Qué? ¿Le ha pasado algo? -la sonrisa que me demuestra me avisa que he caído en su trampa. Debí prevenirlo.
- Eso es. -acusa en susurros, de seguro para que Irene no escuche- ¡Te has interesado en ella! -dice feliz pero luego toda expresión de alegría desaparece- Oh, maldición, Declan.
Lo sé. Y él también mejor que nadie lo sabe. Cualquier clase de relación con esa chica es... improbable. Sin mencionar lo arriesgado que podría llegar a ser para Kalinda.
- No me mires como si no estuviera consciente del problema. -murmuro apoyando mi cuerpo en la pared.
- Oye... -cuida que no haya nadie cerca y continúa: - Si la quieres, hermano, entonces...
- No sé. -interrumpo- No sé si la quiero o que sucede. A decir verdad no se como se dio este giro en nuestra relación. -vuelvo a tomar asiento en el escalón.
Cedric parece indeciso pero se sienta a un lado.
- ¿Qué hiciste? -quiere saber.
- ¿Además de besarla? Yo nad...
- ¿La besast...? -guarda silencio unos segundos por el repentino cambio en su tono de voz- Si no sabes hacia donde va su relación... ¿Por qué la besas, Declan? -esa calma fingida me hace sospechar.
- Me juzgas. -sorpresa, sorpresa- ¿Es que no has cometido errores con mi hermana, eh?
- Si. Errores por tratar de darle un buen bienestar, y porque la quería, y la quiero, Declan.
- No me gusta a dónde se dirige esta conversación. -digo molesto abandonando mi postura, hasta el momento, tranquila.
- ¿A qué le tienes miedo?
- A nada. No tiene sentido lo que dices.
- Te estas interesando en Kalinda más de lo que quisieras admitir, tienes miedo de enamorarte de ella, ¿no es así? Tal vez porque sabes que no eres el indicado y porque...
- No me estoy enamorando. -interrumpo brusco- No digas estupideces. Yo no estoy enamorado de nadie. Jamás lo estuve y no lo estaré.
- ¿Cómo estás tan seguro, eh? -se burla, esto ya se le hace divertido- Tú mismo lo has dicho, al no haber experimentado el amor no sabes qué es, cómo se siente.
- Quiero a mi hermana, y a ti cuando no sales con tonterías. -inquiero para que se calle de una vez.
- No es lo mismo. -ruedo los ojos- No es para nada igual. -palmea mi hombro y otra vez cuida que no haya nadie cerca- Estate un tiempo más junto a Kalinda, y verás que lo que digo es cierto.
- ¿Cuál de todas las cosas que has dicho hasta ahora se supone que es cierto? -me alejo de él y me abro paso hasta la cocina.
- Te vas a enamorar de ella. -detengo por completo mi cuerpo, no volteo a verlo pero espero a que continúe: - Lo supe en el momento en que la viste, Declan. Te conozco demasiado bien y he visto que cuando la observas tu mirada se ablanda. Y eso es algo que sólo recuerdo pasó una vez y con una persona. -termina, supongo yo, su discurso.
No quiero seguir con el tema por lo que lo dejo ahí mientras voy a buscar algo de comer.
¿Admitir que probablemente tiene razón? No lo creo. No he vivido tanto pero si lo suficiente para decir con seguridad que no hay persona que pueda interesarme hasta el punto en que ese interés se transforme en amor.
Cedric a cambiado por completo su manera de pensar desde que está de pareja con mi hermana. Sin dudas, eso ha afectado su razonamiento y por eso habla de amor.
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La chica común y el boxeador imponente.
RomanceElla tiene dieciséis años. Él tiene veinte. Ella jamás se ha metido en problemas. Él vive para eso. Ella se asusta con mucha facilidad. Él piensa que eso es patético. Ella no quiere enamorarse. Él desconoce ese sentimiento. Kalinda necesita a...