T r e i n t a y c u a t r o

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Evan

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Evan

Cosas que no sabía antes pero ahora si:

No importa lo mucho que se despeine, su cabello siempre se siente suave en mis dedos. Su piel blanca tiende a marcarse cuando la besas fuerte y cuando entierra sus manos en mi cabello, cierra los ojos y suspira es porque le gusta lo que le estoy haciendo.

Sus pechos finos se pierden en mis manos y no hay parte de ella que no sea melodiosa y firme. Sus caderas son anchas, su cintura pequeña… y tiene las más hermosas y perfectas piernas que veré en la vida.

—¿En qué piensas? —le pregunto.

Y ella deja de apoyar la cabeza en mi pecho para girar a mirarme.

Ahora está en su sujetador blanco y un mechón de su cabello de oro se adhiere a sus pechos de piel clara. Me mira con los ojos ámbar, diferentes, casi felinos, me percato de inmediato que sus labios siguen igual de rojos que hace unos minutos.

Es lo mejor que he visto en la vida... Entonces, se chupa los labios de fresa para sonreírme con lentitud, su expresión tornandose divertida y tal vez también algo más... Bien. Me equivoqué, ahora esto era lo mejor que había visto en la vida.

—¿Porque me miras mucho? —pregunta y sé que definitivamente esta jugando.

—No, no puedes hacerme eso —le dije, y la sonrisa que se expandió en su deliciosa boca se me antojó divertida —¿Sabes que? Da igual, no me disculparé, te miraré todo lo que tenga que mirarte.

Sus mejillas se incendiaron.

—¿Bien? —añadio ella. Entonces, silencio —¿Tu mamá...? —murmuró después de unos segundos con su barbilla en mi pecho.

Le acaricie el cabello.

—¿Que pasa con ella? —pregunto, aunque si sé a qué se refiere.

—¿Vendrá pronto, no? —vuelve a cuestionar, su voz de pronto oyendose apagada.

Asiento con mis ojos en los suyos. En eso vuelve a recargarse en mi pecho y a enredar sus piernas con las mías.

—No quiero sonar... Mhm, mal, pero quisiera quedarme así un... Buen rato más —añade y mi pecho se mueve por la sonrisa que esbozo.

Yo quisiera estar así para siempre.

...

La puerta de la habitación del hospital se cierra tras ella.

—Desde que llego has estado así, deja de observarla, parece que te la quieres comer —dice Oliver a mi costado y volteo a mirarlo, ¿Ha sido así todo el día?

Una media sonrisa se me plasma en los labios sin poder evitarlo, incluso creo la cara se me calienta.

—...Ya pues, yo...

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