V e i n t i d o s

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Evan

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Evan

Cosas para nada interesantes que no sabía y ahora sí:

La robusta enfermera que ya había venido antes a mi casa es callada, le gusta el café de mi mamá y se llama Angela.

Fijo los ojos en la pared frente a mí porque odio ver las puntas afiladas, no obstante, es imposible que no le dé vueltas a todas las dudas que están en mi cabeza. Es cuando siento la aguja insertarse bajo mi piel que sé que no puedo retenerlo más.

—¿Por qué ahora necesito dos? —suelto incapaz de contenerme y mi madre se tensa.

Sin embargo, Angela parece que no me ha escuchado. Pues sigue robándome la sangre del Port a Cath con concentración.

Cuando termina garabatea mi nombre con tinta negra en un frasco. Me le quedo viendo con el ceño fruncido.

—Ya está —me dice y me pongo la camisa, coloca la sangre buena en el frasquillo y se gira hacia mi madre guardando las muestras en el gran bolso que siempre carga —Le llamare en unas horas para darle los resultados —dice amable y mamá asiente con una media sonrisa.

Ni siquiera me preocupo, pues ya se los benditos resultados. Tengo bajas las plaquetas, me están saliendo moretones.

En otras palabras: transfusión segura.

—¿Necesitan medicamentos? ¿Alguna cosa más? ¿Una receta? —pregunta la enfermera. Y achico los ojos.

—No —le contesto irritado, aunque la verdad no tengo ni idea si los necesitamos o no.

Mamá me regaña con la mirada y Ángela niega con la cabeza, indiferente.

Me anclo al suelo con los brazos cruzados y el ceño fruncido, después de segundos las dos se me quedan viendo cuando no me marcho. Bien.

El silencio incómodo se establece y odio admitirlo, pero me complace que yo sea el causante.
Angela se va cuando al fin trae todo lo que trajo en las manos.  Y cuando mamá cierra la puerta, me paro firme frente a ella. No me iré sin una respuesta.

—¿Dos? —es todo lo que digo, pero ella lo entiende. Sé que lo hace.

Sus ojos grises se funden en los míos con una intención que no descifro. No le aparto la mirada y cuando mamá suspira y agacha la cabeza sé que he logrado algo.

Entonces me lo cuenta: el doctor estaba atacando la leucemia con un nuevo tratamiento: dos drogas de quimioterapia y antieméticos nuevos. Una prueba.

Las facciones de mi rostro se transforman, y cuando subo la vista hacia ella veo que me mira como si quisiese que yo también creyera en eso.

¿Cuánto costará ahora esto?¿Cuántas posibilidades hay?

Entonces, creo que me dan ganas de vomitar.

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