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Hallie

—Te estás volviendo interesante… —No pude evitar saltar ante el sonido de su voz.

Lori está recargada sobre el marco de mi puerta. La miro un rato sin dejar de cepillarme el cabello.

Sabía exacto a que se refería, había salido librada de los interrogatorios de mamá cuando llegue a casa de ese paseo con Evan, pero era obvio que mi hermana no lo había pasado por alto, de hecho, creo que ya se estaba tardando en molestar.

—Yo siempre soy interesante, hermana —ella rodó los ojos —Bien, ¿Por qué lo dices entonces?

Ella se encogió de hombros, pero sonreía.
Por supuesto que sonreía.

—No lo sé —entrecerré los ojos al escucharla. Luego, ella dio media vuelta dispuesta a irse y cuando creí que ya se había marchado, escuche su voz de nuevo —Ah, y por cierto, me mentiste Hal, no tiene una tobillera, él no está arrestado ni nada de eso.

No puedo evitar que se me salga una risita.


Lori se escapa de mí en cuanto pisamos la escuela, es así que después de que Brad me coma la boca al entrar, las clases se vuelven un borrón.

Matemáticas es un dolor de cabeza, Química se vuelve más llevadera con mi compañera Samantha Baker, una chica bonita, pero seria con la que solo he intercambiado un par de palabras, pero que aun así me agrada.

Es en cierto momento, durante la clase de Historia, no puedo evitar sonreír cuando veo mi cuaderno en la mesa de trabajo, es la misma tarea en la que él me ayudo.

Cuando ya es hora de ir a la cafetería, lucho entre la multitud de  estudiantes para llegar a esta.

A lo lejos un chico agita su mano hacia mí con una sonrisa en el rostro, Nathan trae de nuevo una camiseta de Marvel… y no puedo creer que me salude más que mi propia hermana.

Aunque, bueno, supongo que está haciendo méritos, después de todo soy la hermana de la chica que le gusta, aunque él también quiera negarlo.

No tardo en corresponderle el saludo. Él me cae bien.

Ya con la bandeja llena de dos rebanadas de pizza llego hacia la mesa que solemos usar.

Y Brad me besa de imprevisto en cuanto llego hacia él. Sus labios toman los míos y mi boca se mueve con torpeza ante su contacto repentino.

Pero a él no le importa demasiado. Y en el momento que terminamos el beso, me sonríe y sus hoyuelos aparecen. Entonces yo medio le sonrío, luego tomo mi lugar.

—A ustedes les encanta hacernos sentir mal —dice Vane, y casi puedo palpar el tono de reclamo fingido.

—Ya te dije que nosotros también podríamos…—comenta Luke, pero ella no lo deja terminar.

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