N u e v e

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Evan Veo las manos de mamá moverse al ritmo de una canción sobre el volante… y de vez en cuando me mira de reojo

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Evan


Veo las manos de mamá moverse al ritmo de una canción sobre el volante… y de vez en cuando me mira de reojo.

Me refugio en mirar por la ventana e incluso me recargo en esta, tengo los brazos cruzados sobre el pecho y sé que seguramente mi frente parece la de un anciano, pues no he dejado de fruncir el ceño desde que salimos de casa.

Pensándolo bien, tal vez  parezco un niño berrinchudo.

No se puede evitar. Me uno al grupo de personas que odian los lunes. Una palabra: Terapia.

Cuando llegamos mamá me sonríe antes de bajar del auto, el desagrado se vuelve una mueca en mi rostro, pero como no soy tan grosero como para mostrarla, la escondo de ella volteando cara.

A diferencia del otro día, esta vez decido dejar mi cámara en el auto, no quiero responder más comentarios de Janis Kudrow sobre la Nikon, me hace sentir… en desventaja.

Extrañamente no tengo nervios, pero aun así no estoy confiado.

Al entrar el procedimiento es el mismo que la vez anterior.
Dejo a mamá en una de las tantas pequeñas salas de espera y marcho hacía mi destino.

Esta vez soy el único en esperar fuera del consultorio. Doy un profundo respiro antes de tomar asiento.

Me dedico a hacer nada hasta que al cabo de un rato veo al chico de la otra vez… ¿Oliver?, acercarse, creo que una sonrisa aparece en su rostro cuando me ve.

Es inevitable que mis cejas se arruguen un poco.

Cuando al fin llega hacia el pie del sillón, lo veo sentarse tan cerca de mí que resulta un poco incómodo, lo miro con las cejas alzadas, pero Oliver solo me sonríe.

Me recorro con discreción en los asientos para alejarme.


—Y… ¿Te cae bien, Janis? —pregunta de pronto él, lentamente volteo para mirarlo y algo en su cara, junto a la pregunta que me ha hecho me da a entender que intenta sacarme conversación.

En otro momento tal vez hubiera volteado la cara con rapidez solo para fingir que no lo he escuchado, pero por raro que parezca no tengo ganas de hacerlo. Y menos cuando veo en su rostro algo.

Él luce… alegre.

Realmente feliz aun cuando también está enfermo.

Me aclaro la garganta antes de hablar.

—Sí, bueno no sé. Realmente no es que importe, no pienso durar mucho tiempo viniendo —Hago una mueca —¿tienes mucho tiempo asistiendo? —pregunto.

Él se tocó la barbilla en un gesto pensativo.

—Sí, creo que sí.


—No parece que lo necesites —Eso era más como un pensamiento

—Te sorprenderías —dijo, luego los dos hicimos una pausa —Por cierto, me gusta tu cabello.

Hice una mueca.

Y así es como él lo vuelve raro.

—¿Gracias? —dije para mirar hacia otro lado que no fuera su rostro. Mis ojos quedaron en el aparato sobre su mano —Y a mi me gusta tu psp.

—Genial —añadió con una enorme sonrisa.

Agache la mirada mientras negaba con la cabeza, aun así admito que una pequeña sonrisa se me asomaba en los labios.




—Es un gusto verte Evan, ¿Cómo has estado? —me pregunta Janis con una voz tan agradable que me resulta incomoda.

Como se supone que debo responderle si ella me habla de esa forma y yo para nada quiero estar aquí.


No puedo evitar pasarme las manos por el cabello.


—Bien, bien. Tranquilo… creo.

Al momento que sus ojos me miran, arrugo la frente para luego removerme en mi asiento, a continuación me dedico a observar todo como si fuera mas interesante de lo que en verdad es.

Cuando aún percibo su atención en mí, determino que esta estudiándome.

—Muy bien, de acuerdo. —empiezo serio —No sé que tanto hable con mi madre, así que…—¿Por qué siento que esto es tan vergonzoso? —Creo que hice una... ¿amiga? Y eso es bueno, yo, me siento bien, y… eso será todo lo que diré.

Hubo un silencio.

—Yo no sabía nada de eso. —agrega al fin, y yo solo quiero golpearme la frente. —Pero eso es estupendo, Evan. —me sonríe.

Después de eso sé que quiero salir de aquí lo más pronto posible.



El periodo de descanso de acaba.
Hace tiempo mamá me explico que cuando estas en proceso de quimioterapia, ya sea intravenosa o oral, te dejan un tiempo sin esta solo para ver si tus células cancerosas se destruyen y las buenas se componen, así tienes más fuerza para volver al  tratamiento.


Entonces, así fue como a mitad de semana mi lapso de descanso se fue por la ventana, cuando la enfermera domiciliaria entro por la puerta.

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