D o c e

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Evan

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Evan

—Maldición—le oí decir.

Ese chico, Oliver, suspiro profundo, en eso, observe que el Psp que antes estaba a centímetros de su cara ahora yacía en su regazo.

Volteó la cara para luego fijar su vista en la mía, ya era tarde para apartar mis ojos de los suyos, aun así lo hice.

—¿Quieres jugar? —me tendió el juego.

Negué con la cabeza, él chasqueó la lengua.

Acto seguido, lo veo recargar la cabeza en la pared y su rostro pierde expresión alguna. Dejo de mirarlo y por un momento todo se quedan en silencio, pues él no habla ni juega. 

Después de un rato, a mi lado, percibo un movimiento brusco.

Me está mirando.

—La primera vez que te vi, traías una cámara colgada al cuello —aclara como si se me hubiera olvidado. Asiento —¿Eso es lo que te gusta? —pregunta él y me topo con sus ojos exigiéndome una respuesta.

—Sí, eso es lo que me gusta.

Oliver sonrió como los asesinos de las películas. O eso me pareció.

—Y… ¿Es interesante?

—Si, a mí me gusta es…

—Apuesto que debes haber fotografiado mucha gente guapa.

¿Gente guapa?

—Ah… No —titubeo —nunca he hecho… algo así.

Se echa hacia atrás, claramente decepcionado. Luego, todo se vuelve un pequeño silencio.

—Creo que tú te ves bien  —comenta de la nada, y las cejas se me arrugan. ¿Pero qué…? —Las personas se dejan llevar por el aspecto. Siempre es así. Habrá alguien que pose para tu lente. De eso estoy seguro. —agrega con firmeza.

Con una expresión extraña en el rostro, volteo a verlo. Oliver, en cambio, no se inmuta ante mi semblante, por supuesto, pues luce tan tranquilo… su cara casi escupiéndome un ¿Qué?

Sin poder evitarlo suelto una risita, niego con la cabeza para despejarme. Luego, la puerta se abre y así Janis me salva de estar más tiempo con ese chico.

—Voy a salir —digo en un tono más bajo de lo que pensé.

Mamá aparta la mirada de la revista que sostiene y sus ojos me enfocan. La frente se le arruga.

—¿Hoy? —pregunta con curiosidad.

—Sí… Hoy —contesto y una de sus cejas se arquea —te mandaré mensajes —digo con tanta rapidez que ella levanta las cejas con lo que creo es sorpresa —Y te llamaré. Lo prometo.

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