Amor en París

Padre e hijo

Gabriel Agreste no podía dejar de darle vueltas al asunto de su hijo.
La relación que mantenía con la chica aspirante a diseñadora de modas no le parecía del todo sana. Y desde que se había propuesto ser un mejor padre y estar más atento en la vida de su hijo no estaba haciendo otra cosa más que intentar mejorar.
Había intentado persuadir a su hijo para que pudiera terminar su relación con Marinette antes de que las cosas fueran demasiado lejos, pero no lo había logrado, se habían peleado y encima de todo estaba sucediendo lo que él había predicho al estar su hijo más asfixiado en esa relación que lo que estuvo en su día con él.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de Eloise que había entrado a su despacho. La niña le caí bastante bien siendo sus visitas una buena distracción de sus problemas.
- Aún no te hablas con Adrien - Sintió curiosidad.
Ese hecho también era bastante lamentable porque ambos parecían más hermanos que amigos.
- Insulte a su novia y se ofendió. No me disculpe por lo que dije... Lo siento, es mi culpa... Debería reconocer mi lugar y contenerme con esa chica. No vale la pena que yo me esté peleando con Adrien por ella - Le dijo tristemente.
Eloise era como una hermana menor para Adrien y ella sentía lo mismo por él. Desde su llegada a la mansión su hijo se sentía menos sólo y más feliz hasta ahora. Podía ver la tristeza en ambos al no poder charlar como antes debido al miedo de volver a pelearse.
- Tengo la sensación de que vas a disculparte aunque no estés de acuerdo con mi hijo simplemente para no perder su amistad ¿Me equivocó? - Habló con curiosidad.
- No es mentira... Yo lo extraño mucho y siento que lo he perdido - Explicó con tristeza.
Lo cierto es qué él también extrañaba estar tan lejos de su hijo ahora que se estaba esforzando por conectar con él y ser un mejor padre. No tenía mucha experiencia en eso, pero lo estaba intentando y sentía que estaba haciendo todo mal. ¡Era tan frustrante! Al parecer estaba destinado a ser un pésimo padre por más que lo intentará porque no había podido manejar la situación de su hijo con su novia y él vivía incluso peor que antes.
Ella debió notar su frustración porque  se acercó a él y le dio unas cuantas palmaditas en la espalda a modo de reconfortar lo algo que logró hacer.
Y de pronto sintió fuerzas renovadas para poder arreglar la situación que vivía su hijo. Seguiría esforzándose en ser un mejor padre para que Emilie y Nathalie estuvieran orgullosas de él desde el cielo que era donde seguramente se encontraban.
No estuvieron mucho tiempo a solas porque entró al despacho nada menos que Adrien con unas flores y dulces para Eloise con la cual se disculpo por la forma en que pelearon oír culpa de Marinette. Ella había sufrido mucho y pensaba hacerlo sufrir un poco antes de darle el perdón, pero pudieron más los buenos momentos y terminaron perdonandose por la situación.
Ella tuvo que retirarse a su habitación para poder guardar sus regalos y ver en que podía ayudar a su hermana. Lo cierto es que se iba para poder darle a los Agreste espacio para poder platicar y darse sus respectivas disculpas por todo lo ocurrido.
Gabriel estaba dispuesto a empezar y ofrecer sus disculpas, pero Adrien se le adelantó.
- Lamentó de verdad haberme peleado contigo por Marinette. Tenías razón sobre ella acerca de que nuestra relación era todo menos sana... Al principio no quería darte la razón porque quería creer que lo muestro mejoraría con él tiempo sí ponía más de mi parte ¿Fui tan tonto, verdad?... Creo que desde antes de que me dijeras cómo iba nuestra relación yo ya lo sabia sólo que quería demostrarte que estabas equivocado cuando en realidad lo único que buscabas era ayudarme... Lo siento padre. No tengo idea de que más decir para que puedas perdonarme - Suspiró avergonzado Adrien.
Luego de salir de la casa de Marinette había ido a verse con Hannah está vez sin estar nervioso por ser descubiertos por su novia. En todos los encuentros que había mantenido con ella le aconsejaba que se reconciliara con su padre y que dejará el orgullo de lado ya que solamente quería ayudarlo. Al principio no había tenido planeado hacerlo, pero no por orgullo sino por vergüenza sólo que ya no podía aguantar más la culpa y decidió pedir perdón y sentirse en paz consigo mismo.
Luego de unos minutos de silencio en los cuales pensó que su padre no aceptaría sus disculpas lo sorprendió mirándolo a los ojos. En su mirada no veía orgullo o altivez cómo siempre que le daba una imagen imponente ante los demás y hacía que nadie pensará contradecir sus órdenes sino que había sentimientos completamente diferentes que no podía reconocer.
- Yo también lamento haber hablado de esa manera.. No sé cómo ser un buen padre... Lo intentó hacer de la mejor manera posible. No es fácil hacer esto sin tu madre que era la qué me decía algo cuando pensaba que me había pasado de estricto contigo. Puede que no me creyeras en ese momento porque la amabas demasiado y querías creer que mejoraría, pero lograste darte cuenta de la situación y la mejoraste sin ayuda de nadie - Le dijo con un tono de orgullo.
Era cierto qué él había querido aliarse con Lila para desenmascarar a Marinette por infiel, pero al final ambos decidieron actuar por separado siendo únicamente la italiana la que se vengó de su novio, aunque no conocía los detalles supo que había tenido que ver con un motel y con una pelea de varias mujeres en esa calle mientras qué él había optado por hablar con su hijo y ver que hacía para luego proceder.
Sin embargo, ahora se daba cuenta que su hijo ya no necesitaba tanta ayuda cómo antes. Él se había dado cuenta sólo de su situación, había intentado arreglarla a pesar de las probabilidades tan bajas que había y a pesar de ser una decisión complicada había elegido la correcta. Su hijo estaba siendo una persona bastante madura y las situaciones que afronta a lo hacían más fuerte... A lo mejor lo había subestimado demasiado y Adrien podría hacer las cosas sólo.
Ambos Agreste se abrazaron perdonandose todas las ofensas bajando para poder cenar con las hermanas Claire. Era una noche maravillosa en la cual por fin se respiraba aquella paz que había faltado esos últimos días.