breves historias que vivirás con tus personajes favoritos del mundo mágico de harry potter, incluyen primera, segunda y tercera generación.
- todas las historias son hechas por mí.
[re-edición por errores ortográficos]
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— ¿Crees que el castigo que nos coloque sea muy pesado? — preguntas con algo de miedo en tu voz hacía tu novio Fred.
Hace unos días la profesora y ahora suma inquisidora de Hogwarts, Dolores Umbridge, ha descubierto el Ejercito de Dumbledore y no tardo en sentenciar a todos a un castigo.
— Todo estará bien. — susurra Fred mientras toma tu rostro entre sus manos y deja un rápido beso en tú frente — Somo fuertes, podemos con esto.
Algo no muy confiada asentiste y tomas su brazo con fuerza para entrar al gran salón dónde todo el Ejército esta reunido.
— Como saben, han violado las leyes de esta institución, pisotearon al gran ministro de magia y a mi. — habla la susodicha — Pensaron que jamás los descubriríamos pero lo hicimos, deben entender que estan equivocados y su desempeño sera en vano. — da un pequeño grito haciendo exaltar a todos — Pero... — habla ahora calmada — Por eso están aquí, para su castigo, tomaran asiento, veran que ya hay papel y pluma en los asientos, escribiran 300 veces "Debe respetar y obedecer las reglas de mis superiores". Si veo que alguien no está elaborando su castigo, tendrá uno peor y mis niños, no querrán eso, ¿verdad?
Al escucharle aprietas un poco la mano de Fred, sabes lo frívola que la profesora Umbridge puede llegar a ser.
— Muy bien, tomen asiento y comiencen con su castigo. — habla mientras caminaba al asiento que esta frente de todos ustedes, la ven sentarse y tomar de su taza de té.
Caminas a uno de los asientos vacíos y tomas la pluma para comenzar a escribir en el papel. Te remueves en tú asiento incómoda, llevas 30 lineas de castigo y sientes tu mano arder mediante vas escribiendo el dolor más aumenta, haces una mueca de dolor, ves tú mano izquierda, algo escrito comienza a salir de ella. Otra vez lo ha hecho, usar sus famosas plumas sobre ustedes, jadeas bajamente del dolor y muerdes tu labio con fuerza tratando de escribir lo más rápido posible para salir de allí, tras la presión un pequeño gemido de dolor se escapa de tus labios.
— Señorita Andrea, ¿pasa algo? — habla la profesora Umbridge, con esa sonrisa cínica en su rostro.
Tú cara se coloca seria y niegas, querías matarla.
— No profesora. — bajas la mirada para seguir elaborando las líneas.
Las horas pasan y ves a unos que otros levantarse y entregar la hoja, te falta una línea más, miras tu mano rotundamente roja y aquella cicatriz al rojo vivo, terminas de escribir y te levantas del asiento para terminar. Sin más te das la vuelta y sales de allí, se oyen unos pasos detras de ti, una mano te detiene, ves al pelirrojo.
— Te juro que quiero matarla. — susurras mientras caminan juntos a la sala común.
— Todos. Solo mira nuestras manos. — levanta su brazo y acerco su mano a ti para que veas aquellas letras marcadas en su piel.
Tomas su mano delicadamente y suspiraste.
— Sanara, ya verás. — le regalas una sonrisa reconfortante y ambos entran a la sala común a descansar.
[...]
— Oye Andrea. — se acerca una de tus amigas a ti.
— Dime. — cierras el libro que estas leyendo y fijas la mirada en ella.
— ¿Sabes por que la puerta del gran comedor está cerrada? — pregunta confundida.
— ¿No lo recuerdas? — la ves negar — Sexto año esta haciendo sus TIMOS.
La ves hacer una mueca cosa que te hace reír, toma asiento al lado tuyo en la banca donde estas sentada en el patio.
— Lo he olvidado, lo tienen difícil con Umbridge.
— Ni que lo digas.
Siguen platicando hasta que escuchan unas explosiones.
— ¿Oyes eso? — le preguntas a tu amiga.
— Si... — comenta esta — Viene del pasillo del gran comedor. — se levanta rápidamente — Vamos a ver, ven. — tomó su mano y te arrastra hacia el ruido.
Al acercarse ven varios juegos artificiales y el gran comedor hecho un desastre.
— Pero... ¿quién lo hizo? — susurras.
— ¿Tú quién crees? mira. — señala hacía el cielo.
Salen corriendo fuera y ven a los gemelos volar sus escobas, una sonrisa se coloca en tú rostro.
— Te lo tenías bien guardado, Fred. — ríes para aplaudir y celebrar junto con los demás.
— Andrea, ¡cuidado! — grita tu amiga.
— ¿Qué? — te giras confundida.
Algo paso por tu lado con velocidad y te tomó en brazos, sueltas un grito hasta sentir que estas sentada en una escoba, por miedo cierras los ojos.
— Ábrelos. — susurran tu oído.
Con algo de miedo abres lentamente estos y ves que estas volando, en efecto estas sobre una escoba y al girar tu cabeza logras ver a Fred.
— ¿Me quieres matar de un susto?
— No, pero... se que siempre quisiste volar una escoba pero no sola, así que, aquí estoy. — deja un rápido beso en tú mejilla.
— Umbridge los matará. — ríes al recordar aquel desastre.
