breves historias que vivirás con tus personajes favoritos del mundo mágico de harry potter, incluyen primera, segunda y tercera generación.
- todas las historias son hechas por mí.
[re-edición por errores ortográficos]
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— Cada días hay más petrificados... — susurra Justin mientras deja su pluma a un lado y se gira a verte.
Se encuentran en la biblioteca haciendo tarea, todo esta silencioso y no solo por ser una zona de silencio si no por los acontecimientos recientes, todos caminan con miedo a clase, a las salas comunes e incluso a la hora de la comida.
— Lo sé, pero... — muerdes tu labio pensando — No creó que sea Harry el causante.
— ¿A caso no lo viste ayer en la clase de duelo? — pregunta sumamente alterado — ¿Desde cuándo un estudiante habla tan bien con las serpientes?
Suspiras para hacer una mueca.
— Pero siempre ha sido amable y hizo que ya sabes quien desapareciera.
— Tú estas tranquila por que eres hija de magos, los petrificados solo son hijos de muggles, ¿quién dice que no será el siguiente?
Al escuchar aquello abres en grande tus ojos y niegas.
— Cállate Justin, no digas eso. — golpeas su hombro sultilmente — No pasará nada, todo esto será solucionado si, mejor terminemos rápido la tarea para ir lo más antes posible a la sala común.
[...]
Miras tú reloj de muñeca, deben hacer el trabajo en equipo y Justin no llega, suspiras algo preocupada y tomas asiento tratando de esperarlo. Tú mirada vuelve hacía tú reloj.
— Justin, ¿dónde estás? — susurras preocupada.
— ¡T/n! — escuchas una voz llamarte.
Rápidamente te giras y te encuentras con Hannah otra chica perteneciente de hufflepuff.
— ¿Qué pasa, Hannah?
— Es Justin. — susurró esta — Debes venir a ver.
Rápidamente te levantas de tu asiento y corres detrás de la rubia hacía la enfermería, esto era malo.
— Mira. — se acerca a una camilla y quita la sábana que cubre algo, al ver aquello te llevas ambas manos a la boca.
Era Justin petrificado.
— Pero, ¿qué pasó? — dices sumamente preocupada tratando de tomar la dura mano del chico.
— No se sabe, dicen que Harry lo encontró petrificado junto con Nick Casi Decapitado.
— Señoritas... — hablo Madame Pomfrey mientras se acerca al chico.
— Madame Pomfrey, ¿él estara bien, verdad? — imploras que si — ¿Puede hacer que vuelva a la normalidad?
— Si cariño, pero... — hace una pausa — Debemos esperar a que la solución hecha de raíces de mandrágora este lista, por los momento solo queda esperar. — tapó nuevamente el cuerpo — Por ahora es mejor que se vayan, pueden venir a visitarlo por supuesto, pero es mejor que vayan a su sala común, es preligroso.
Asentiste.
— De acuerdo. — tocas por última vez la mano del chico y sales de la enfermería junto con Hannah.
[...]
Los meses pasan y Justin aún sigue petrificado, cada tarde lo vas a visitar y dejarle flores para su rotunda y pronta recuperación, aunque no pudiera verte ni escucharte siempre le contabas cómo iba tú día y que tal han sido las clases. Te acercas a la camilla del chico y retiras las flores secas y colocas unas nuevas, tomas asiento al lado del joven.
— Madame Pomfrey dice que la solución de mandrágora podría estar lista en unas semanas, que tal vez todos pronto vuelva a su estado normal. La verdad me has hecho mucha falta todos estos meses, me ha tocado estudiar sola y aconsejarme a mi misma por que por los momentos no estas... — suspiras para verle — Ojalá pronto vuelvas a tu estado normal, me gustaría quedarme más tiempo pero es peligroso, todos andan con miedo y yo también, vendre a verte mañana. — sonríes para tapar el cuerpo y retirarte de ahí.
[...]
Te encuentras terminando un trabajo de la clase de la profesora McGonagall, alguien toca tú hombro haciéndote girar, era la profesora.
—¿Si, profesora McGonagall?
— Yo creó que alguien te espera en la enfermería. — sonríe.
— ¿Quién...? — ibas a terminar pero de repente sabes quien — ¿De verdad?
Esta asintió.
— ¿Puedo ir?
— Claro que si, ve.
No basto para más cuándo corres con toda velocidad hacía la enfermería, las puertas estan abiertas, caminas por las camillas y ves a varios ya en su estado normal, al ver aquel chico de lejos corres hacía él y lo abrazas con fuerza.
— ¡Justin! — sonríes sintiendo las lágrimas cerca.
— ¿Dure tanto petrificado? — ríe.
Reíste por lo bajo para tallar tus ojos.
— No tienes idea. Me alegra que estes bien. — lo vuelves a abrazar — Tengo mucho que contarte.
— Y yo que escucharte. — sonrie.
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